miércoles, mayo 19, 2010

Nefasto

Ayer escribo un texto localizado en la ciudad de México. En un momento, casi al principio, una mujer va en un taxi, el taxi va oyendo un programa de radio que en el texto describo como extraño. Bien, momentos antes de teclear el adjetivo extraño, estuve tentado de escribir que el taxista va oyendo Soda Stereo, lo cual no es nada improbable que suceda en un taxi que atraviesa el DF de madrugada. Termino de escribir el texto a trompicones y me dedico a otras labores y ociosidades. Pasa el día y llego a casa de noche. Me entero que el cantante de Soda Stereo está ingresado en una clínica de Caracas. Como no es la primera vez que invoco a algún artista y poco después sucede algo trágico en su vida me siento relativamente culpable. Se, por supuesto, que no soy culpable, pero la repetición me asusta.

18 de abril del 98: Llevo pocos meses en Madrid. Generalmente paso muchas horas solo y me entrego con devoción, y casi como salvavidas, a leer horas y horas en bancos de parques de Madrid. He oído muchas veces el nombre de Octavio Paz, tengo muchas referencias, pero aún no he leído nada. Camino por el centro y de me viene su nombre. Entro en el Fnac, subo hasta la planta de los libros y selecciono el que será mi primera lectura de ese autor. Pago, salgo a la calle y camino. Pasado un buen rato me siento en un banco. Leo con atención y con algo de solemnidad las primeras páginas de la Llama doble. Dos días después, el día 20; me entero que Octavio Paz ha muerto. Curiosamente aquel libro lo perdí.

13 de Julio de 2003: Estoy convaleciente. He pasado por el momento más delicado de salud de toda mi vida. Hace 3 días me han dado el alta. No me siento bien, estoy en casa. Salgo a dar un paseo. Entro en una tienda, compro Nocturno de Chile. Vuelvo a casa. Leo otras cosas. A media tarde me sube la fiebre. El libro casi lo olvido. Pasan varios días, todas las tardes me sube la fiebre, hasta la tarde del 19 de julio que sube excesivamente. Vuelvo a urgencias, paso la peor noche de mi vida. Me ingresan. Le digo a M que me traiga unos libros de casa, entre los seleccionados está Nocturno de Chile, sin saber que un día después de comprarlo Roberto Bolaño ha fallecido en un hospital. M trae el libro junto con el periódico donde puedo leer una columna que recuerda su obra, es justo en ese momento que me entero de la muerte del autor del libro que avabo de empezar a leer.

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