martes, mayo 25, 2010

El 7 rojo

En el kilómetro 14 de esa carretera me da por hacer una reconstrucción veloz de los acontecimientos que me han empujado a que esté ahí, en la parte de atrás de una Wagoneer, a las 3 de la mañana dirección de un lugar desconocido, con dos tipos que jamás había visto. Ellos hablan con tono jocoso y miran al frente, yo voy atrás, callado, sufriendo la contundencia del mareo de una profunda borrachera. Miro a lo lejos donde todo está oscuro y me pregunto como es posible que exista una carretera semejante, destrozada, estrecha, oscura, iluminada por unas llamas lejanas producidas, y eso me lo dicen ellos, porque ahí está el vertedero de la ciudad que hemos dejado atrás. LAs llamas, la decadencia del asfalto y la estrechez de la carretera me hacen pensar en imágenes post apocalípticas y eso lo digo en alto "esto parece un mundo perdido" y ambos se ríen. Luego giran en una curva, un letrero rojo anuncia sexo barato. Entramos en un terreno de arena y piedras y detienen el coche a 20 metros de la puerta de un club que potencia la sensación de mundo acabado. Entramos, suena música que no reconozco y que bailan decadentemente una prostituta y un tipo gordo en medio de una pista vacía. Nos abordan unas mujeres mayores y muy entradas en carnes y nos dicen preguntan que queremos beber. Nos sentamos con ellas en unas butacas lamentables y llenas de agujeros. Yo me siento de manera que puedo seguir viendo la solitaria pista de baile. Una de las mujeres me pregunta que de donde soy y miento. Digo que me llamo Samuel y que vengo de muy lejos y ella se ríe y dice que aquí, a este lugar todo el mundo viene de muy lejos porque este lugar esta muy lejos. La sentencia me inquieta tanto como su sonrisa a la que no acuden algunos dientes. Mis dos compañeros beben y al unísono cogen a las otras dos mujeres y se ponen en píe. Los cuatro bailan a Hector Lavoe en la pista. La mujer que me acompaña me pregunta por mi vida y trato de mentir, pero cuando llevo un par de frases me dice que no mienta: "aquí nadie viene a mentir" y me quedo callado. Miro a la pista, el movimiento caótico de los cuatro bailarines me resulta, repentinamente, hipnótico. Hay en ese caos de movimientos y de danza desequilibrada algo hermoso que no alcanzo a entender. La mujer que tengo al lado sonríe de nuevo y suelta:

.- Curioso. Resulta hermoso mirarles. Tiene tanto del orden del mundo. De ese azar impredecible bajo el que se gobiernan nuestras vidas. Estamos aquí y giramos bajo los movimientos no dictados de un destino borroso e indeciso. El gran problema es que el destino existe, claro que existe, pero este duda y nunca sabe que hacer. El destino es humano en ese sentido. Decide muchas veces por la pura emoción y detrás vamos nosotros. A eso se parece ese baile.

La miro sobrecogido:

.- ¿Dónde carajo estoy?

.- Ya lo sabes. Hace dos días que has muerto.

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