domingo, enero 03, 2010

Mañana de domingo en Massalfassar

Domingo soleado y frío. Atravieso a la carrera las afueras de un pueblo de la costa oriental. Paso por una zona de naves. Oigo a lo lejos una voz amplificada que anuncia la muerte de un vecino. Me sorprende que aún existan esos métodos de información, tambíen la voz del locutor que suena y reverbera por todo el pueblo, tambíen por esa zona de las afueras, gelida e industrial que atravieso a solas a esa hora temprana de la mañana. Oigo el nombre del fallecido y la hora del entierro que será mañana lunes a primera hora. En el último instante, la voz, que atraviesa como un fantasma esas calles vacías y de estética deprimente, dice, como un vestigio de vida en esa situación extraña, el nombre de pila como era conocido el recien fallecido, " El parco". La voz detiene su andanza triste y todo vuelve al silencio. "El parco", pienso. "El parco" que ya no está, que se ha ido. ¿El parco porque sería parco en palabras? Avanzo por el polígono industrial. No se muy bien hacia donde voy, veo una mujer muy mayor cruzar la avenida a lo lejos, un letrero que anuncia una salida hacia la autopista, un perro que ladr al otro lado de una valla, unas campanas (¿en honor de El parco?) que suenan por todo el pueblo, una brisa leve que pasa y sigue. ¿Qué carajo hago yo aquí? ¿Cómo he terminado yo en todo esto? Por alguna razón me parece que he dejado de ser real, que esto es, todo, parte de un cuadro y este pensamiento, esto que pienso en esste instante detenido, no es más que un trazo.

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