viernes, enero 08, 2010

La vida secreta de Susana

Deseaba conocer la vida secreta de Susana, pero evidentemente las vidas secretas no se conocen. Se podría formar parte de esos secretos, de ese lado oculto, podría esa ser la manera de entrar o conocer ese lado invisible de la vida de Susana. Si eres secreto de Susana eres parte de su vida secreta y quizá en ese lado se abarca el secreto total, el absoluto. Habitar en el lado oscuro de la luna para saber que hay a lo ancho y largo de ese lado oscuro. Sin embargo era un secreto ser secreto, no había manera de acceder a una forma de secreto en su vida secreta. Sabía que Susana tenía un lado secreto, pero Susana sólo dejaba ver un lado, el lado iluminado, por llamarlo de algún modo, de su vida. El lado oscuro existía, claro, pero nada se sabía de allí, de aquel lado oculto. Evidentemente probé a seguirla, jugué a ser detective, espía, de la vida de Susana. Mi vida se convirtió en una observación constante de la vida de Susana. Cada mañana, cada mediodía, cada parte del largo día, mi vida era observar su vida y su vida transcurría sin misterios salvo el misterio secreto de saber que la vida de Susana tenía un lado secreto. Pero ¿Dónde estaba la vida secreta de Susana si observando su vida no se veía el secreto? ¿Dónde está el secreto cuando se sabe que hay secreto pero no se encuentra?

El secreto de la vida secreta de Susana era que estaba o se sabía que estaba pero no se encontraba. El secreto es que su secreto era un secreto. La seguí día tras día, hora tras hora y no encontré una vida secreta. Susana salía, entraba, cumplía el horario y volvía. Cruzaba el portal y yo, sigiloso, entraba detrás, sin ser visto, subía en ascensor; mientras, corriendo, yo subía por la escalera. Unos segundos y ella aparecía y entraba en casa y yo, con mi llave, entraba también. Entonces me escondía bajo las meses, escuchando la vida de Susana en casa, sus pasos por el salón, sus pasos al baño, sus pasos a la cocina. Luego nos llamaban a cenar y nos sentábamos y yo sabía que Susana, mi hermana, tenía una vida secreta y siempre sospeché que ella vivía algo que nadie conocía, hasta aquella noche que mi madre, mientras terminábamos de cenar, me dijo: "Déjalo ya, Pablo. No existe Susana. No tienes hermana, deja de seguir a ese ser invisible" y de algún modo conocí parte del secreto.

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