viernes, enero 22, 2010

Las horas

No se cuanto tiempo llevo aquí. No se a que hora me metieron. No se que hora era ni que hora es. Tiempo, el infinito problema del tiempo. Recuerdo lo que antecede, lo que sucedió, el tiempo previo. Me acosté a dormir, llegué tan tarde a casa y , de repente, al despertar aparecí aquí. Me trajeron, eso pone en esta nota donde me explican que estoy encerrado, que ellos, mientras dormía me trajeron. No firman, no dejan huellas de su identidad. Una nota escrita a máquina, una nota que parece venir de otra década, de un tiempo lejano, "Nosotros te trajimos. Dormías. Nosotros te encerramos". Me he puesto en pie. He recorrido la sala de luz blanca, fluorescente. Una sala rectangular, amplia, de techos altos. Paredes blancas, techo blanco, luz blanca. De resto relojes. Toda la sala está repleta de relojes. Relojes de cuco, relojes digitales, relojes de pila, relojes de cuerda, relojes cuadrados, circulares. Relojes callados, relojes cuyos segundos marcan el constante ritmo del paso del tiempo. Relojes con segundero, relojes de marca, relojes modernos, relojes antiguos, relojes parados. Horas. Cada uno tiene una hora distinta. 10:13, 19:02, 00:07, 12:18. Cada uno marca un tiempo. Cada uno en un minuto, ajeno al minuto del otro reloj, desconociendo la hora de sus vecinos. Desconociendo la hora real, porque ¿Qué hora es? ¿Qué reloj entre todos los relojes marca la hora que es, la hora establecida, la hora acordada? ¿Este que está pegado a la pared, con la esfera dorada y la caja de madera, con las agujas afiladas y estrechas que acaban en círculo y que marca las 16:26? ¿Es esa la hora o es esta: La de este reloj digital, de números rojos que acaba de saltar de minuto, que acaba de entrar en esa hora que podría ser la hora, mi hora, la hora que conocen mis biorritmos: Las 19:14? Recorro la sala, la sala blanca donde la hora son tantas horas. La sala con todos los tiempos, el tiempo fracturado y movedizo. La sala donde es mediodía y madrugada, donde amanece y se atraviesa el mediodía, la sala donde es la hora del café y de dormir. Pero ¿Cuál de estas horas es mi hora? ¿A qué hora de esta sala pertenece mi tiempo? ¿Soy de la hora de ese reloj de cuerda que gira sobre si mismo, movido por un mecanismo hermoso, soy las 2: 17? No hay hora entre todas las horas. No encuentro mi hora entre tantas horas por decidir. Quizá deba elegir mi hora, señalar con el dedo cual será, a partir de ese instante, mi hora y vivir ignorando las otras horas. Podría elegir eso, pero quizá podría vivir entre varias horas, tratar de acoplar mi existencia a todas esas horas. Acaso no multiplicaría mi existencia. Acaso no me bifurcaría en muchos. ¿Acaso no podría ser yo todas las horas? Ser 19:48 y 10:21, pero también 21:54 y 01:45 y 02:02 y 01:23. Podría ser. Pero podría ser también que esta sala está habitada por muchas horas y en cada hora habita gente que no se ve porque están separados por las horas. Podría ser que mi hora pertenezca a uno de los relojes y en cada una de las otras horas que marcan los otros relojes hay otros que están aquí, pero en otra hora y por eso no les veo, no se ven, no nos vemos. Somos horas paralelas, diferencias horarias. Están, pero no les veo. Quizá piso el suelo en el mismo sitio que pisa el de las 13:16, pero no está porque nos separa una diferencia horaria. Podría ser eso, pero podría ser que esto no indique más que el tiempo no es tiempo y que no hay hora y que no hay tiempo salvo una masa invisible, un algo que empuja hacia algo que tampoco se ve y que no tiene hora. Pero es justo en este instante que miro mi muñeca y veo el reloj y veo la hora, mi hora y comprendo, claro que comprendo: Las 16:42. Se acaba, en esa no hora, este texto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Mortal. Lo que le pasa a este pobre sujeto sería mi peor pesadilla: no saber qué hora es. Escogería uno de los relojes más bonitos y le haría caso a ese...aunque la duda me carcomería la existencia.

Maravillosa idea, tremendo concepto, mortal texto, mi entrañable.

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