miércoles, septiembre 02, 2009

Pet Sounds

Llovía con la intensidad del demonio, caían gotas de tamaño desmesurado y reventaban en los cristales de su coche formando una maraña imposible de agua que se desplazaba neurótica empujada por el desquiciado movimiento del parabrisa . El efecto visual, eso si, era hermoso, cinematográfico, psicodélico. El termino psicodélico vino, quizá, a su cabeza ayudado por el disco que iba oyendo. Otra vez el hermoso Pet Sounds de Beach Boys, esa música que se desliza como un barco hecho de humo por un mar en calma total. Llovía y tarareaba el Pet Sounds y afuera la carretera vacía al borde del mar. Las palmeras agitadas por el viento con violencia le hicieron volver un poco en sí y pensó que lo sensato sería detenerse porque aquello tenía todas las características de un huracán. Avanzó los kilómetros necesarios para alcanzar la primera población, se detuvo en un bar, aparcó, salió del coche corriendo y entró. Sonaba Machín en ese bar donde había dos camareros mirando hacia la lluvia, hacia los golpes de la lluvia contra el asfalto afuera y un hombre que comía y bebía un refresco con cierta ansiedad que parecía ajeno a la violencia climatológica de ese momento. Preguntó por un sitio para pasar la noche, dando mas explicaciones de las necesarias les contó a los dos camareros melancólicos que pronto se haría de noche y que era peligroso seguir conduciendo con ese tiempo tropical desatado. Uno de ellos le dijo que justo al lado. Agradeció la información. Salió del bar, giró y corriendo alcanzo la puerta de una casa, tocó, en el rato hasta que le abrieron se empapó absolutamente. Una mujer abrió la puerta. La mujer le miró y el preguntó por una cama para dormir. La mujer tardó en contestar porque se había quedado ensimismada mirando la lluvia reventar contra el suelo. Del fondo de la casa venía el sonido de la televisión. Una voz hablaba con amarillismo de las lluvias que caían en la parte oriental del país. La mujer le hizo pasar, subieron un piso y abrió una habitación. Le dijo que esa era la habitación que tenian libre. Que tendría que pagar por adelantado. Pagó. Se metió en la habitación y desde la ventana vio la carretera. Se quedó mucho rato mirando, llovía y el viento era huracanado, vio pasar un camión. Salió al baño. Se cruzó con la hija, seguramente, de la mujer que le había atendido. Saludó pero la chica no contestó. La miró de arriba abajo, deteniéndose un rato largo en las piernas, ella giró la cabeza y sintió el pudor de quien es descubierto mirando lascivamente. Entró en el baño. Le sorprendió que al lado del retrete estaba abierto por la mitad EL Quijote. En el suelo había unas fotos muy borrosas que estuvo un rato viendo y no supo que retrataban. Detrás de las fotos había escrito con tinta roja unos textos que leyó confundido. Frases bruscas que hablaban de violencia, del dolor. Volvió a ver las fotos. Volvió a leer los textos. "Nuestra verdadera identidad emerge en el dolor. La sangre es la mayor de nuestras expresiones", " Amor, llévate mis visceras, yo me quedaré con el alma". Dejó las fotos donde estaban y salió, se sintió, de repente, protagonista de una película Gore. Que en el pasillo la chica de las piernas de porcelana le abriría en canal y el sería la siguiente foto de la serie abstracta de las fotos del baño. Mientras caminaba nervioso hacia su habitación pensó que frase acompañaría su foto. La paranoia se diluyó. Se hizo de noche. Le entró hambre y bajó. La lluvia había parado y el viento se había ido por el fondo derecho de la carretera. Le dijo a la mujer que iba a salir a comer algo. La mujer contestó con un "Está bien". Salió, el suelo estaba lleno de charcos. Vio su coche aparcado donde lo había dejado. Se acercó para ver, abrió la puerta y se sentó, lo arrancó, se miro en el espejo retrovisor y pensó:"¿Qué coño hago yo aquí?. Arrancó, saltó Pet Sounds en el punto donde se había quedado y se puso a conducir. Esa noche, por primera vez en su vida, creyó ver un Ovni.

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