martes, septiembre 29, 2009

El truco final

A su manera, Laura, ha desaparecido. Otra de sus trucos, aunque esta vez sea distinto. Laura lo mismo saca un terrón de azucar de mis oídos que sobrevuela con precisión por la copa de los árboles del parque. A Laura la vi hacer todo tipo de magia, también conmigo. Porque si para algo tenía habilidad era para dejarme con la boca abierta. Giraba las manos, las rotaba y el escenario ya era distinto. Tantas veces me vi en otros lugares a los que llegábamos transportados por la infinita habilidad de Laura para la hechicería. Laura hechicera lograba hacerme levitar a casi un metro del suelo o hacía aparecer luces, de forma caleidoscópica, en la escalera de sú edificio, cuando ya de noche nos despedíamos. También la vi llegar a lo lejos, mientras esperaba en la esquina del parque, en ese banco donde pasábamos algunas tardes, sin tocar el suelo. Desplazándose por el aire como el que pone los pies en esas cintas transportadoras y se desliza. Así la veía llegar, cuando ponía en practica, casi sin quererlo, todos esos trucos y poderes, con esa habilidad natural que tiene para la magia. A veces juntaba los dedos y salía un destello o me daba un beso en la mejilla y aparecía un dibujo, un dibujo que hacía una forma y se desplazaba entre sus labios y mi piel y salía disparado hacia arriba y el dibujo, que había cobrado vida, se largaba y yo me quedaba imaginándole una vida. Otras veces jugábamos a cambiar las formas de nuestros cuerpos. Si Laura movía su mano por mi piel, mi cuerpo iba variando de forma, se estiraba y se encogía amablemente. Me quedaba mirando la mano de Laura por mi brazo, por mi cuello, por mi pecho como si estuviera moviendo la luz de una linterna y veía como por donde pasaba su mano el cuerpo cambiaba de forma, incluso de textura. Laura lograba convertirme en otros personajes, en otras cosas digamos menos concretas que el cuerpo de los hombres. Mi cuerpo se hacía a veces transparente, otras traslucido. Entonces ella me miraba y me decía que lo intentara yo y movía mi mano por su piel y sucedía que también su piel, sus formas, variaban. Pero ayer, ayer nos vimos, como tantas tardes en el parque y entonces la estaba viendo callada, mientras yo hablaba de algo sin demasiada importancia y me giré y la vi transparentándose lentamente, iban desapareciendo sus manos, su pies, sus piernas y algo me hizo sospechar que estaba largándose sin regreso, que este truco era definitivo y según se hacía invisible o pasaba a otro lugar traté de despedirme, ella me miró por última vez y vi que desaparecía, que ya no volvería y como bien pude dije su nombre. Dije:"Laura" y me miró y no dijo nada, sólo se hizo completamente transparente. Miré a mis lados, miré el parque vacío, miré el banco en el que ya sólo estaba yo y me puse en píe y no caminé levitando, no hubo destellos en el regreso a casa. Simplemente silbé una canción que tanto me gusta de Tom Waits.



1 comentario:

stel dijo...

A veces la gente se va, sin más...

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