miércoles, septiembre 30, 2009

El archivo

Otra vez la misma hora, apenas una variación prácticamente inapreciable de minutos. MI labor sigue en el mismo estado, no avanzo. Oigo, esporádicamente, suspiros. Son mis compañeros que siguen el curso de las cosas, si es que este departamento forma parte de las cosas. Tecleo las fechas, selecciono las noticias y las voy archivando en un trabajo que se sabe de antemano caduco, nadie en todo el periódico buscará información de este modo, nadie recurrirá a este archivo para documentarse. Desde hace no mucho también trabajo con las fotos. Es la parte mas mecánica de la realidad. El asunto, tanto con las noticias como con las fotos , es ir colocándolas por carpetas, seleccionando un tema o personaje donde guardarlas manualmente. Es como ser parte de un programa informático. Hay algo de micromundo en todo esto. Cuatro seres humanos realizamos esta tarea tediosa cuya filosofía es exacta a la de los programas informáticos. Entonces no es difícil sentirse dentro de ese metafórico universo digital, ser parte de un entramado autómata, preprogramado.

La misma hora, apenas varían los minutos en mi reloj. Queda casi toda la jornada por delante. En mis manos el periódico de hoy desmenuzado por noticias. Recorto y archivo, de vez en cuando leo, pero pocas veces pienso aquí, mentalmente para mi todo sucede en algún lugar lejano a este archivo de este periódico regional, lejos de este departamento, de esta disección del pasado común de los hombres. He oído mi propio suspiro. Debería largarme de aquí. Corto las noticias del periódico una a una, las voy pegando en hojas, escribo la fecha y la temática. Luego, cuando el periódico de hoy este desmenuzado por completo iré atrás y me perderé entre carpetas donde voy metiendo estas hojas. Ahí perderé mas tiempo, aunque el tiempo en este archivo no exista por varios motivos, porque aquí el reloj no avanza y porque todo se hace conservando el pasado para el futuro. Ahí atrás entre carpetas el tiempo se pierde algo mejor que aquí, donde el jefe del departamento nos vigila y no nos deja hablar. Ayer silbé. Creo que ni siquiera fui consciente de que silbé. Seguramente estaba recortando noticias y pasó esa melodía por un trozo de mi cabeza y la expulse con un silbido leve. Hoy me han exigido que no lo vuelva a hacer, que en el archivo no se silba. Cada vez que levanto la cabeza veo su mirada sobre mi, también sobre los otros. Mi trabajo es aburrido, el suyo es infernal. Yo recorto las noticias de hoy para archivarlas y nadie, jamás, las lea mañana. El nos mira obsesivo para que hagamos esa labor incansablemente. A su modo se siente dueño del futuro, también del pasado. En sus manos, eso cree, está enseñarles a aquellos lo que ha ocurrido hoy. Sin embargo hay algo que me sacude, en el fondo se que la labor es hermosa, pero no en este periódico, no en este departamento, no aquí. No bajo la mirada enrojecida de ese individuo. Llevo unos meses aquí, nadie entra a investigar. Nadie. Los periodistas buscan las fotos, que es la parte mas agradecida de este departamento nunca en los archivos de las noticias, pocas veces consultan sus propios artículos o los de los otros sobre los mismos temas. Trabajar con las fotos es una recompensa, un ascenso. Todos quisiéramos trabajar sólo con las fotos. Con las fotos hablas con los periodistas, les entregas unas cuántas para que seleccionen y mañana ponga "foto de archivo", es la parte mas meritoria, con mas renombre de nuestro trabajo. Además viene ella, silenciosa y amable, no hablamos, recorremos el pasillo, buscamos las fotos, selecciona, firma y se va, pero logra hacer que espere cada día ese instante. También espero, cuando salgo de aquí, encontrármela en la calle, pero jamás sucederá, eso lo se porque han pasado catorce años y no sucedió, tampoco llegué a hablar con ella. Sucedió, eso si, que unos cuántos meses después me largué, deje el tiempo detenido de ese archivo suceder a esa velocidad extraña, apática, desesperante. Salí por la puerta. Eso si, que nadie busque jamás, la carpeta de noticias de Julio Cortázar, yo se quien la tiene, yo se quien se la llevo, pero seguramente, aún nadie se ha dado cuenta.

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