domingo, marzo 04, 2007

Like a rolling stone

No hubo rodeos. Según entramos en su casa nos lanzamos en el sofá. Subí la falda con cierta euforia, ella lanzó mi camiseta a un rincón irrecuperable, yo arrugué su camisa como un trapo inservible, ella lanzó mis pantalones contra la televisión, que por un azar incomprensible dió en el botón y se encendió, me vino bien, me gusta ese toque de luz que dan las televisiones en las habitaciones oscuras, tambien me gusta ese juego de luces que hacía en su cuerpo. El sofá fue una especie de brutal campo de futbol donde a los jugadores les pitan constantemente penalty o visto de manera positiva donde los jugadores constantemente celebran goles en la esquina del corner.( ¿La esquina del corner?... The corner of the corner), y ya que hablamos de esquinas la cosa fue un viaje de esquina en esquina. De mi esquina a tu esquina, esquinas de angulos imperfectos, aqui triangulo rectangulo, aqui escaleno y aquí, aqui isosceles. Me podría poner mas metafórico pero tampoco merece la pena, nunca se me han dado bien esas cosas, pero del sofá como paracaidistas locos nos lanzamos al suelo y el suelo, el suelo ya se sabe, es casi infinito y rodamos, rodamos por tu casa, que además aproveche para ir conociendo. Rodando por tu salón, rodando por la cocina, por el baño, por tu habitación, me sorprendió entre jadeos el tamaño de la casa, me la esperaba mas pequeña. Seguimos rodando, llegamos a la terraza, y a mi la espalda se me empezó a quedar helada, pero no dije nada, contrarrestraba bien aquel frequito con el fuego loco que nos empujaba por el suelo. Y a ti aquello de rodar te atrajo y seguiste, atravesamos de nuevo el salón entre jadeos y sudores y arrasando con tu mesa y tu lampara, llegamos al a entrada, gritaste y me sentí bien, pero me sorprendió el esfuerzo que hacias con un pie para abrir la puerta de la calle. Allí la cosa me empezó a preocupar, siempre he sido pudoroso y hacer el amor en el descansillo tampoco me excitaba demasiado, pero tu fuiesta a mas, rodamos escaleras abajo, y confieso que había un algo excitante entre tanto escalon y tus muslos, el sonido de los golpes de nustros cuerpos y el eco de los jadeos que reverberaban hermosos en la acustica de la escalera. Llegamos abajo, rodamos por el portal, por tu calle, por la avenida. Rodamos castellana abajo, rodamos por colón, rodamos por cibeles, llegamos hasta el prado entre jadeos y giros... Rodamos, tu y yo rodamos. Rodamos, nena. No dejemos nunca de rodar.

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