jueves, marzo 03, 2011

Rey Diamante

El problema era invisible, pero visto desde una perspectiva angulada, los problemas siempre son invisibles. En realidad lo que se busca es desvelar la solución, que está invisible. En una operación integral el problema es dar con la solución, que está allí, muy detrás de algunos esfuerzos mentales. El problema era invisible porque además había niebla, esa niebla espesa que condensa de un modo peculiar la percepción. Hay individuos anclados detrás de esa niebla, metidos ahí dentro, y lo demás permanece invisible, lejos, mucho más allá del campo de visión. Allí, en el fondo de ese bosque meteorológico, tenía una choza Rey Diamante. Rey Diamante tenía pocas rutinas, metido en la niebla se movía por esa cosa instintiva y primaria de la apetencia. A Rey Diamante, que generalmente despertaba tarde porque la hora era un asunto secundario, le gustaba estirarse un buen rato, caminar despacio frente a toda esa niebla inamovible y sacar algo de comida a la puerta de la choza. Luego Rey Diamante caminaba a su alrededor y en la niebla proyectaba una especie de ciudad invisible, unas luces con calles difusas, con gente sin límites definidos. Caminaba por esos lugares proyectados en la niebla y pensaba en poemas, poemas sobre sus ciudades proyectadas, sobre los problemas sociales de esas ciudades, sobre el desgarro y la desesperanza de los habitantes de esas ciudades. A menudo caminaba hacia las zonas periféricas de esas ciudades, zonas marginales que observaba con atrevimiento y con gusto estético: "el gran problema de la pobreza es un asunto de gusto. La misma zona, las mismas casas incluso, ordenadas de otro modo, de un modo muy definido, pintadas de colores precisos que soy capaz de proyectar si me esfuerzo, tendrían un aspecto menos grotesco". Para Rey Diamante todo problema en la vida es un problema artístico. Toda solución está en el gusto. El problema es complicado y no entienden que este criterio de mi apetito es el criterio definitivo para erradicar lo feo. Luego Rey Diamante se giraba, aburrido del juego de las proyecciones y volvía a la choza.

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