martes, octubre 23, 2007

Amores robados

Las cosas siempre se complican laboralmente y mas cuando hay una relación de por medio o como se dice de manera mas vulgar pero mas directa y efectiva "donde tengas la olla no metas la polla". Y eso fue lo que nos pasó a Laurita y a mi. Que mezclamos pasión con dinero, negocios con sexo, amor con cuentas y todo se nos fue al carajo.

Laurita y yo comenzamos a robar bancos por estilo, por riesgo y por que si había que ser modernos a Laurita y a mí no nos ganaba nadie. En las fiestas llegabamos contando nuestro último atraco y se formaba un coro alrededor de nosotros dos. Los planes trazados de antemano, los planos que conseguiamos para ir entrando con cuidado hasta la boveda, los trucos admirables para conseguir contraseñas, los juegos de espejos para engañar a las cámaras, la compenetración sublime que teniamos Laurita y yo en esos tiempos para trabajar. Claro, en nuestro entorno aquello fue una bala, nadie supo arrebatarnos el título de la modernidad después de aquello. Nos parecía que el cine y las exposiciones eran muy del siglo XX y quisimos darle a la modernidad un nuevo aire. Robar bancos se convirtió en las mas deseada profesión de la élite artistica de la ciudad, pero nadie tenía valor, solo Laurita y yo lo hicimos y durante un tiempo fuimos magistrales en nuestras performance.

En robar bancos hay algo mas que el dinero. Es como el sexo, el orgasmo es sensacional pero hay algo de elevación en el previo. Ese ir creciendo con delicadeza, ese camino que se convierte en el fin, en robar bancos sucede lo mismo, hay veces que te gustaría no llegar hasta el dinero por que todo lo que sucede hasta que llegas a la boveda y abres y coges el dinero y te vas es emocional y potente, pero esa emoción contenida que se disfruta el doble. Fue ahí el problema. Robabamos por expresión de emociones, por arte, por eso que sucede mientras se ejecuta y en eso Laurita y yo eramos insaciables, pero sobre todo Laurita buscaba mas, siempre mas y después de unos cuantoso exitosos robos Laurita me propuso que en el siguiente hicieramos el amor en el mayor momento de riesgo, en la oscuridad de las cámaras de seguridad, en esos lugares blindados que para Laurita tenian algo de religiosos. Fue así como a cada robo se le sumo un polvo. Haciamos todo nuestro plan y una vez abiertas las bovedas y con el dinero a mano, Laurita se desnudaba sin ninguna prisa y nos lanzabamos con la adrenalina disparada a los recovecos del placer. "Esto es el verdadero amor", gritaba con esa vena pseudo-poética que nunca acepté del todo en Laurita. Así las cosas se comenzaron a complicar. Yo no podía evitar el temor y los nervios y trataba de disuadir a Laurita, pero Laurita lo llevo a otro terreno. Lo tomó como un desprecio y lo trasladó al terreno de las inseguridades. Sospechó que ya no me atraía, lo cual no era cierto, pero no la pude convencer. La crisis de pareja fue en aumento y los robos a mas. Como si de alguna manera nuestra frustración sentimental la ocultaramos en el trabajo. Laurita fue a más, si no haciamos el amor dentro tampoco fuera y el sexo se redujo a la nada. Con lo cual solo trabajabamos como obsesos. Un promedio de robos brutal. Los primeros títulares de periodico, la policia que no encontraba nada, pero nuestra relación que caía en el tedio, que se reblandecía velozmente. Laurita que lloraba, yo que me justificaba pero ella no me creía. "Simplemente ya no te atrigo", concluia ella así todas nuestras discusiones. Y así fue como lo dejamos. Desgastados despues de tantas discusiones y conflictos, forrados de dinero, eso si, pero tristes y deprimidos. Por que el dinero, el dinero no calma al desamor. Y hoy, aun hoy me levanto y pienso en ella.

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