lunes, octubre 15, 2007

iNarciso

Digamos que soy Narciso del siglo 21. Digamos que soy un tipo de mi tiempo en muchos aspectos y que además siento una profundísima atracción por mi belleza. Si, realmente soy un tipo hermoso. Alto, pero no altísimo. De cuerpo bien formado a base de dosis justas y precisas de pesas y ejercicio, buena alimentación, rasgos delicados pero no cursis. Pelo castaño claro, ojos profundamente grises, entre un verde intenso y casi azúl, pero alejado del azúl casi molesto de los nórdicos. Gris pero no ese griasaceo que recuerda a la tristeza. Me atraigo, claro, pero es además un efecto evidente en los demás. La hermosura es subjetiva, pero en mi caso es un adjetivo objetivo. Soy hermoso a los ojos de todos.

Me gusta estar aquí solo, como ahora. Poner la música que ahora suena y repetir lo que otras veces hago. En el amplio espejo que tengo en el medio del salón es mi cita, mi autocita. De pie, a media luz cuando es de noche comienza esta hora casi bruja. Me veo y veo que me veo. Me retuerzo en movimientos suaves frente a la inmesidad del espejo que además es frontera, los espejos son el límite entre yo y yo. Bailo delicado y me excita verme, ver que ese que soy yo, pero que es el del espejo, baila. Me veo bailar y me sigo bailando y me comienzo a desnudar mientras el otro se desnuda. Entonces aparece el deseo que es otra forma de violencia. Veo mi piel que es la piel del de el espejo. Veo que el del espejo se queda casi desnudo y pego mi cara contra su cara que es la distancia mas infinita, pues nada une esos dos mundos, esos dos cuerpos tan terriblemente alejados por cercanos, por ser el mismo. Y estoy desnudo y el otro se acaricia y durante un breve instante le odio por que toca lo que yo no puedo tocar mientras me toco. Deseo estar fuera de ese cuerpo que está en el otro lado del espejo, ese cuerpo que tanto deseo y tan terriblemente imposible y cercano. Y el otro se tumba en el suelo y veo su cuerpo extendido en el suelo y que me provoca mientras se acaricia y me mira. Y la luz a media luz como en las grandes veladas, y solos los dos. Entonces nos amamos tan lejos él de mi y yo de él. Entonces es todo deseo por que sé que el que me mira siente lo mismo y se retuerce de placer mientras se acaricia que es como acariciarme. Nos acariciamos el uno al otro y todo crece mientras los dos sabemos cual es el paso siguiente, que es lo que está por venir. Y deseo y crece y al final todo se acaba.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hoy te veo con la autoestima alta, eh?

Yo también te encuentro guapo ;)

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