jueves, octubre 04, 2007

Extraños

No había nadie en la calle y esperé a que parara la lluvia, que nunca paró o al menos no aquella noche. Miré un rato mas desde el portal con la luz apagada al asfalto, o mas bien a un charco en el asfalto que era donde mejor se notaba la lluvia. Es hipnótico ver caer la lluvia sobre un charco que ha formado la misma lluvia, hay algo de breve monotonía, de rebote, de humano, de chocar mil veces en la misma piedra. No dejó de llover ni sobre aquel charco en el asfalto ni sobre toda la ciudad así que salí del portal. Caminé por la acera empapandome. Primero apresuré mucho el paso, pero descubrí que no iba aningún lado y que la decisión de mojarme era unicamente mia. Así que reduje la velocidad al caminar. Noté, en seguida, la ropa humeda, primero los zapatos, la tela de esos zapatos, los calcetines... así cada prenda se fue empapando. Me paré entonces en una esquina, vi un coche a lo lejos y el reflejo extraño que produce la lluvia en los focos de un coche. Pasó muy cerca, a traves de los cristales vi a un tipo que me miró con curiosidad, posiblemente sorprendido, incluso algo asustado. Siguió de largo. Volví a caminar, llegué a una avenida ancha. Era tarde y solo había luces de farola rebotando contra el asfalto, la lluvia que seguía a su ritmo y yo que seguía al mio. Decidí, como la lluvia, cambiar de ritmo en ese preciso instante y comencé a correr avenida hacía abajo. No había coches, no había gente, solo luces lluvia y asfalto, los edificios como actores secundarios, con su silencio, con los que duermen o no pueden dormir dentro. Y corrí mas, muy depirsa, la lluvia me incitaba a un ritmo mas acelerado aun, el golpe de la lluvia contra la cara, contra la ropa me llevaba a ser mas rápido por aquella avenida. Vi, de repente, otro coche venir. Me paré en medio de la calzada. El coche se detuvo a unos metros de mi. El parabrisas seguía constante arrastrando el agua del cristal y en esos intervalos que permanecia brevemente limpio podía distinguir un rostro, un rostro que en seguida se desenfocaba trás el agua de lluvia y el reflejo que esto producía en el cristal. No eras tu, pero me hubiera gustado que fueras tu, me gustó ese instante que imaginé que hubieras sido tu, pero no, no eras. Era una mujer que se desenfocaba constantemente mientras pasaba sin pausa el parabrisas. Era una mujer que me miró, me miro todos esos segundos que permanecimos así. LA calle, la lluvia y yo ahí, empapado y jodido. Me aparté pero el coche no arrancó. La mujer del coche agachó la cabeza, puso las manos en la cara. Sospeché que estaba llorando, afuera seguía lloviendo y la mujer se quedó así, mucho rato.

http://youtube.com/watch?v=Oxt_kbb-VwI

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