martes, septiembre 04, 2007

Diluidos

Lo que si recuerdo es que no teniamos demasiado que ver o que teniamos mas que ver de lo que yo creía entonces, eso da igual ahora. Recuerdo una tarde juntos, con ese sabor de la primera cita, por que lo que recuerdo ahora es la primera vez que quedamos fuera del colegio, alejados de ese juego de miradas en el pasillo y de esas conversaciones en esos minutos escasos, siempre escasos del recreo. Recuerdo peinarme bien y escoger mi mejor ropa, los tópicos de la primera cita. Luego nos encontramos. Paseamos al azar y terminamos sentados en unas escaleras de un edificio cualquiera. Hace mucho tiempo ya, pero voy recordando cosas ahora que juego a recrear. Recuerdo que me hablaste y que yo te hablé de todo ese conflicto común de padres invisibles, en eso las cosas eran parecidas y creo que compartimos opiniones y reflexiones comunes. Recuerdo, lo voy recordando, que tenías necesidad de cariño, es sorprendete como se puede necesitar la mano de otro. Luego nos estuvimos dando besos como posesos y creo que estuvimos tratando de encontrar un sitio mas o menos oculto y eso si lo recuerdo bien, no hubo demasiada suerte. Voy recordando así, a trompicones, a trozos. Fuimos así, pasando la tarde, se hizo de noche, seguimos caminando por esa ciudad que yo creo que nunca terminé de entender. Siempre tuve una sensación allí como de no estar, como de estar viendo todo desde fuera y ser ajeno, así me sentí casi hasta el último dia, después de ocho años, pero eso es otra historia. Ahora recuerdo aquella tarde precisa. Nos llevabamos bien, se estaba a gusto contigo, relajado y había una potente atracción. Paseamos entre la gente, comimos algo en un sitio, y se hizo de noche. No tenías hora para volver, nunca tuviste hora para volver, ahora lo pienso y es extraño, tenias quince años y nunca había hora para volver, nunca había nadie en tu casa, siempre estabas sola y a mi casi me daba verguenza que a veces llegase una hora y fuera yo el que tenía que decir que ya era tarde, que mejor me volvía a casa. Pero ese dia era sábado, lo recuerdo, y yo tampoco tenía prisa y nos fuimos por aquellas calles de atrás donde no había nadie y nos sentamos en unos bajos donde había tiendas todas cerradas y casi no había luz y no pasaba gente. Y recuerdo que nos lanzamos el uno contra el otro allí bajo aquel cielo que era el techo de los bajos, y recuerdo que nos quedamos entre vestidos y desvestidos, esa cosa de estar a medias, todo a medio quitar o a medio poner, como si el último paso fuera demasiado definitivo y lo dejaramos todo en esa posición donde la ropa pierde su función pero no se está desnudo. Entonces apareció un vigilante y nos gritó y nos echo de allí como a delincuentes y nos fuimos abrochando todos los botones y riendonos y el tipo, el tipo que no dejó de mirarnos hasta que estuvimos bien lejos. No recuerdo como terminó aquel primer dia, tampoco recuerdo muy bien como terminó todo contigo, terminó y ya, no recuerdo mas. Nos fuimos dejando de ver, creo que me cogiste algo de manía y te fuiste diluyendo. Años después nos encontramos por la calle casi no me saludaste y sentí no tristeza pero una sensación parecida al fracaso. Yo luego me fui de allí, casi corriendo, a toda leche, casi sin mirar atrás, es jodido pero sentía que el futuro era una losa y o me iba o me convertía en algo poco apetecible. Fue entonces cuando desde aquí volví a saber de tí, mi madre me escribió una carta, era la época de transición de la carta al e-mail, me llegó uno de esos sobres desde allí que luego tantas veces leía, es increible la cantidad de veces que se puede llegar a leer una misma carta, el placer de releer buscando, por si acaso, una frase que se nos ha escapado, que no leimos y al final casi las recitabas de memoria. Mi madre estaba contenta por que me decía que se había encontrado un dia por la calle contigo, que os saludasteis, luego agregaría algún comentario de esos de "que simpática y cariñosa ha sido siempre esa chica". En casa las cosas estaban muy complicadas eso seguro mi madre te lo contaría en ese encuentro fortuito, y no se como pero fuiste tu y le conseguiste un trabajo casi de inmediato. Y así, leido en carta parecía una especie de ficción, algo irreal. Eso fue lo último. Un dia, hace algún tiempo metí tu nombre en google con la esperanza de que aparecieras pero google no lo sabe todo. No sé de tí, nada de tí.

Un beso enorme donde quiera que estés

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho la contundente honestidad de este relato de hoy.

Pero lo de la mermelada en el post anterior es sencillamente glorioso.

Qué ganas de verte, coño!

Bastian dijo...

Que bonito.

Hacía mucho que no pasaba por aquí, casi no lo he hecho desde que cambié de trabajo hace ya 1 año y medio. He sentido nostalgia. Trataré de venir a leerte más a menudo.

Mi lista de blogs

Afuera