sábado, septiembre 01, 2007

Destino

En cualquier caso, y fuera como fuera, debía llegar aquella noche a casa. La relación con mi padre estaba bastante deteriorada y no aparecer una noche mas por casa complicaría aun mas la convivencia. Previo a aquella noche había estado dos o tres dias con unas amigas en la playa, uno de esos viajes que son un error o una mala decisión, el grupo de chicas con el que fui estaba formado por mi mejor amiga, mi ex novia, una prima de mi mejor amiga y otra prima que durante aquellos dias me volvía bastante loco. Había un triangulo emocional en aquel viaje como poco peculiar y las cosas llegaron mermadas en el camino de vuelta desde la playa. Caras serias, intereses personales frustrados y sentimientos cruzados en aquel triagulo, pero eso era otra historia. Venía a hablar sobre el otro error, según llegué a la ciudad me bajé del coche, me despedí con diferente intensidad de las compañeras de viaje y quedamos en hablar pronto. Según camianaba por la avenida decidí que era una buena tarde para quedar con alguien y llamé desde una cabina a un amigo que siempre ofrecía noches extrañas, alteradas y frenéticas. Aún hoy reflexiono y pienso como era posible que aquel tipo tuviera tanta capacidad para atraer el frenesí a su alrededor. Se puso contento y me dijo que esa noche había una fiesta en casa de un amigo común, que fuera, que lo pasariamos bien, que por que no quedabamos ya, nos ibamos bebiendo algo y luego nos ibamos juntos para allá. Miré mi mochila y decidí que no pesaba mucho, veinte minutos después estabamos juntos, tres horas mas tarde estabamos beodos hasta el entrecejo en actitud simpatica dentro de la fiesta del amigo común. De la fiesta poco recuerdo, poca gente, incluso algo aburrida, mas alcohol y yo cada vez mas borracho. LA cosa se disparó cuando de nuevo, nos agarró el frenesí, mi amigo, ante la posibilidad de que la fiesta terminara excesivamente pronto le pidió un momento las llaves de su casa al amigo común y organizador de la fiesta argumentando no se que historia, el otro, inocente, se las cedió, lo siguiente que vi fue a este reir hacer girar la llave para dejar la cas bien cerradita, irónicamente grito que lo hacía para que no entraran las ladrones, se fue hasta la ventana y lanzó la llave lo mas lejos que pudo. En ese momento caí que llevaba tres dias sin dormir en casa, que mi padre y yo teniamos una guerra fria abierta desde hacía algún tiempo y que si no aparecía las cosas podrían dejar de ser frias y ponerse realmente calientes. Pensé eso y mil cosas mas mientras veía la llave perderse en el vértigo. Este subió la música se puso a bailar poseido y comenzó a gritar que era un secuestro que de aquí ya no se iba nadie hasta que nos rescataran. Desde lo alto de una mesa comenzo a ahacer pasar a todos los invitados, les decía que abrieran la boca y dejaba caer alcohol sobre aquellas bocas obedientes. Entonces decidí, calculé. Miré desde la ventana, la borrachera me distorsionó la distancía, sino no lo hubiera hecho. Me apoyé en el borde, giré las piernas al otro lado y salté. El golpe fue brutal, no se me pasó la borrachera, pero se me desplazó, aun hoy no entiendo muy bien esto, pero fue como si el efecto del alcohol se hubiera desplazado dentro de cerebro de una zona a otra y los efectos que eran de una manera en un lado se adaptaran a su nuevo lugar. Me toqué la frente y las rodillas, ambas sangraban, no mucho, raspones que rápido borró el tiempo, el dolor de rodillas duro mas, curiosamente, que el chichón de la frente. El mareo mezcla de alcohol, mezcla del hostión era extraño y me hacía recordar a la prima que me gustaba de mi mejor amiga. Recuerdo que al caminar torpe por las calles camino a casa, pensé en llamarla, confesarle esa atracción, hacerla ver que el viaje no había sido perfecto por la aparición estelar en el último momento de mi ex novia, pero afortunadamente no lo hice. Llegué a casa, me lancé a la cama borracho y dolorido, pensé en mi padre y supe que jamás conocería ese acto heroico y tremendo que había realizado por relajar las cosas. Al dia siguiente a mediodia, el amigo de la fiesta llamó, me contó lo que había hecho como si yo nunca hubiera estado, nadie, absolutamente nadie notó que yo me había ido de un salto por aquella ventana. De la prima dejé de saber al poco tiempo, de mi ex novia también, del frenético, de aquel amigo frenetico supe que se había muerto, una bala perdida, una bala lejana que chocó contra su pecho. Nada que tuviera que ver con él, pero quizá hasta el último instante con esa capacidad demoledora de atraer el peligro y el frenesí.

1 comentario:

Biscuter dijo...

Un saludo de un abuelo neonachista a quien le encantan las historias que cuentas en este blog.

Ya estoy enterado de que viene alguien más en camino. Le hará compañía a Olivia en el hermoso infantazgo del neonachismo.

Felicitaciones y abrazos para ti y para Marta.

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