viernes, junio 03, 2011

El tercer tiempo

Daniel descubre un camino nuevo con la bicicleta. Al final de las casas aparece un camino sin asfaltar que se mete entre los árboles. Entra y pedalea despacio. Hay un ligero cambio de temperatura, entre los árboles hay más humedad. En el suelo ve una camiseta destrozada y una zapatilla rota, muy envejecida, es de la marca Nike y parece de jugador de tenis. Sigue pedaleando y piensa o fantasea con la posibilidad de haber entrado en un lugar imposible, no obstante, el bosque es más real de lo que a él le parece. Un poco más adelante se acaba los árboles y se abre una explanada gigante, de nuevo el Sol le abrasa las piernas y la cara. Pedalea y suda levemente. Le gustaría no encontrarse a nadie, como si la gente fuera un impedimento para algo, algo invisible. Un poco después encuentra un cuaderno en el suelo. Frena, lanza la bicicleta al suelo y lo coge. Hay dibujos muy raros: Una especie de representación de una divinidad cósmica, una especie de Dios de otro lugar muy lejano, muñecos galácticos en naves mecánicas que se dirigen a pedales, bailarinas con cuellos estiradísimos, un tipo que parece un perro tocando un instrumento con treinta cuerdas y muy ovalado. Después hay una narración o un conjunto de palabras pegadas sin un orden comprensible pero que parecen significar algo, muchas cosas, quizá una explicación sobre esos dibujos que Daniel no comprende. Sigue pasando hojas, hay una tipa desnuda, voluptuosa, tremenda, mira hacia los lados y siente ganas de masturbarse por tercera vez en su vida. Las dos masturbaciones anteriores pensó siempre en la misma mujer, una presentadora de noticias, antes de la tercera surge la posibilidad de mirar todo el rato ese dibujo. Vuelve a mirar, no hay nadie, no obstante no se termina de animar, sería terrible y muy humillante ser descubierto. Sigue avanzando por el cuaderno, en una hoja está escrito a un tamaño exagerado "Colorado". Pasa de página y lee "Lo siento por el retraso". La fascinación es creciente ante el cuaderno. Lo va recorriendo y sintiendo que cada elemento está lleno de enigmas, el cuaderno, de algún modo, le parece mágico. Lo coge, lo guarda en la mochila donde lleva el agua y el inflador de las ruedas, coge la bicicleta y pedalea sin saber si ir adelante o hacia atrás. Finalmente deshace el camino y vuelve a su calle. En mitad de la calle hay un partido de futbol de alguno de sus amigos, ganan los sin camiseta por dos goles de ventaja, en juego está una ronda de refrescos. Daniel frena la bicicleta y ve como Au intentando chutar desde muy atrás es bloqueado por un defensa. Daniel piensa que Au es bastante imbecil y se alegra del disparo frustrado. Sigue con la bicicleta hasta su casa. Entra y ve a su hermana en el sofá con un chico que Daniel desconoce. No saluda. Entra en la habitación y saca el cuaderno. En el salón la hermana habla de Robin Hood con el desconocido. En la habitación de Daniel sucede, finalmente, el tercer tiempo.

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