jueves, octubre 21, 2010

Vueltas

A las 11:44 de la mañana P da por finalizada su vida lanzando su cuerpo, sin mucho mimo, con brusquedad, sin técnica, en la vía del tren que se prolonga paralela al mediterráneo desde Alicante hasta Barcelona. Arrollado en ese minuto exacto por un tren que, veloz, viene de Valencia dirección norte, P pierde su forma humana para convertirse en una masa aplastada y no identificable, un cúmulo de órganos apretujados y bañados en sangre. Muere P arrollado por el tren y el tren, por orden recibida desde la estación de destino, se detiene. Los pasajeros de los vagones se miran unos a otros aún sin romper ese pacto de silencio que existe en todo vagón en el momento de un viaje, pero la parada ha sido brusca, repentina y desconcertante. En el vagón 10 Illot mira por la ventana en ese momento, atendiendo a las formas que produce el suave aleteo de una gaviota a lo lejos, piensa en un trazo impreciso que detenga ese instante en una ilustración, detiene su iPod y trata de comprender en las miradas de extrañeza de sus compañeros de viaje. Una voz, entonces, anuncia la tragedia, que es lo que ha motivado la detención. Algunos se ponen nerviosos, otros caminan hasta el coche bar, Illot mira la hora y concluye, con cierta frustración pero olvidando la angustia, que no llegará a una reunión importante en Barcelona. Saca el teléfono y el azar juega cruel con la cobertura y esa zona difusa en mitad de la nada. Illot no puede avisar, tampoco algunos de sus compañeros, que incendiados por el nervio, se indignan ante la ocurrencia cruel del suicida y la molestia que sus angustias vitales han producido en doscientos y pico inocentes pasajeros con sus urgencias y sus prisas. En Barcelona, a la hora de la reunión Illot no aparece y la reunión se diluye y de este modo se pierde la posibilidad de un trabajo para Illot. El agente de Illot no entiende el retraso, la no comunicación. Llama, llama una y otra vez y el teléfono de Illot aparece siempre apagado. El agente camina desesperado por Urquinaona y entra en un pequeño bar a tomar café, pide un cortado y se queda pensativo. A su lado una mujer habla por teléfono con una tipa en Madrid, el agente de Illot atiende, disimuladamente, a la conversación y concluye que la tipa de Madrid está pasando por una mala época. La tipa de Madrid cuelga el teléfono y sigue caminando Gran Vía dirección Calle Alcalá, en la esquina de Montera, ve a un tipo haciendo fotos del edificio de enfrente. El hombre se concentra una y otra vez en la fachada, busca perspectivas, un ángulo que además de fachada le de el paso de la gente por la acera, el transito. Dispara y ve que esa foto tiene gracia y reúne algunas características que busca, en la foto se ve a un tipo alto que camina en dirección Callao, lleva una gorra antigua y va centrado en la música que escucha. Avanza rápido porque llega tarde al número 48. Allí ha quedado con un tipo que le ensañará un video y gente de su grupo con los que acaba de grabar un disco. Llega algo tarde y saluda. Hay tres tipos más. El alto le habla de ideas al más bajo sobre la portada del disco, que está dibujando un tipo que ilustra y con el que el más bajo tiene mucho trato. AL salir de la reunión el bajo llama por teléfono a su amigo ilustrador:

.- Buenas, Illot ¿Cómo vas?

.- Complicado, no he llegado a una reunión en Barcelona porque un tipo se ha lanzado a la vía del tren, no tenía cobertura....

El resto de lo sucedido lo sabemos, mejor que Illot.

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