domingo, octubre 24, 2010

Las casas vacías

Siempre está, estoy seguro. No se por donde entra, no se como lo hace, pero siempre está. Desconozco como es capaz de conocer mis horarios cuando ni yo mismo los llego a manejar, cuando la vida se sucede en muchas salidas casi aleatorias y el horario de mi vida es impredecible. No se como lo hace y desconozco, por supuesto, cual es su interés. No se cuando empezó y jamás le he visto; cuando he tratado, mil veces, de descubrirle, de engañarle y capturarle, encontrarle in fraganti, pero es más rápido que yo, siempre se anticipa a mis decisiones y cuando creo que le voy a encontrar ya no está, ya se ha ido. Siempre está, ahora está. Abrí la puerta, salí a la calle y ya está, ocupa mi casa cada vez que salgo, en el instante exacto que piso la calle se que está, que entra. No tiene llave, no tiene paso por ningún acceso, por ninguna ventana del patio, por ningún balcón. No se donde habita cuando yo entro, no se que hace en el instante en que giro la llave y abro la puerta. Desconozco a que se dedica. Ahora está, si llamáramos a mis vecinos me dirían que hay luz en casa, que hay ruido, que alguien camina por el pasillo, nunca lo hago, jamás he preguntado a los vecinos, prefiero mantener para mi ese misterio por poco creíble, por incomprensible. Quizá ni siquiera encienda las luces, quizá no hace ruido, no camina de mi habitación hasta la cocina y de ahí al salón. Quizá se siente en silencio, a oscuras, esperando mis pasos en el descansillo para salir por ese sitio imposible por el que entra. Quizá sólo espera, sentado, pensativo, maquinando un plan que no comprendo, un fin que no espero. Sé que está, no me preguntes porque lo sé, sólo sé que está. Hoy, por ejemplo, me vestí silencioso, escondido, sin darle pistas, no hice ningún movimiento. Metí toda la ropa en el baño, llevé un libro por si me ve. Me vestí a oscuras y esperé un buen rato. Disimulé. gateé por el pasillo por si me ve. Abrí la puerta cuidadosamente, sin encender las luces del descansillo, salí a la calle y desde instante sé que ya está, que se ha colado en casa, que se ha sentado en el sofá o que se tumba en mi cama o que, y eso es lo que más temo, husmea en mis cosas, me abre los armarios, me revisa los documentos. He montado en el metro, he llegado hasta aquí y sé que ahora está allí, dentro de mi casa. Siempre está en mi casa cuando yo salgo. No se quien es, no se que quiere, pero está allí, en mi casa cuando está vacía.

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