sábado, octubre 09, 2010

El boliviano

El boliviano invita a unas cervezas. El boliviano habla de Bolivia y de España. El boliviano se quiere volver pero sabe que allí tampoco será fácil.

.- Es como que uno se queda sin suelo. Aquí la gente ni te mira, desconfían de ti, muchacho. Imagínese, papá, que todo el rato desconfían de usted. Imagínese que piensa en volver y sabe que volverá allí y ya se querrá volver de nuevo acá. Uno se vuelve como peonza. Yo gané mis reales acá y tengo los hijos allá y mi mujer acá y la vida allá. Los recuerdos, muchacho, lo que uno ha vivido allá. Uno es lo que recuerda. Aquí hay trabajo, plata. Ahora estoy en paro. Vivo aquí cerca. Por las noches enciendo la televisión y me quedo dormido y sueño con los muchachos, a veces con el mar. Imagínese un país sin mar. Yo les agradezco que me dejen charlar con ustedes. Aquí no tengo amigos para beber, para organizar comidas. Yo cocino cosas buenas. Platos de allá. SI quieren un domingo se vienen. Un ají bueno. Llevo un mes sin trabajo, ahora no tengo prisa. El mes pasado se acabó una construcción allá por la A-1. Un colegio, pero empezaron las clases y hubo un problema con la contratación. Mi mujer limpia en una clínica. Ha tenido problemas, cosas raras, ni les cuento. Yo he parado, estoy cansado. Me gusta ahora escribir los sueños. Me salen cosas como raras. No crea que soy poeta, papá. Me duermo frente al televisor. Todo apagado y sueño con el mar. Como si el mar llegará a la ciudad, allá. Imagínese eso o sueño con pasillos, con lugares. Entonces me despierto de madrugada y escribo en un cuaderno pequeño que trajo mi mujer de la clínica. En esa clínica pasan cosas raras. Tuvo problemas con un enfermero que la amenaza, porque ella entró en la sala de limpieza y andaban haciendo el amor el tipo con una doctora. Y el enfermero piensa que mi mujer dirá. Eso lo escribo también. Sabe, creo que lo escribo como si escribiera una carta y es una carta que escribo a mi mismo pero allá. Sabe, uno piensa en uno mismo y es acá y allá y yo creo que escribo eso: a mi mismo allá, en Bolivia. Porque uno no sabe ni donde está ya. Eso es la tristeza, pues. Estás acá, estás allá pero no estás. Es como un vacío que oprime, como si uno se hubiera perdido en el avión, se hubiera quedado allá, en el aire, cuando venía para acá. En el limbo. Y pienso en esas cosas, muchacho. Cosas raras. Y me despierto en la madrugada y pienso que quizá me volví loco. A veces me asusto. Claro que me asusto y entonces escribo en el cuaderno de la clínica, como si me escribiera a mi allá en Bolivia. Y a veces pienso en mi mismo en Bolivia, como si de verdad ahorita mismo hubiera otro yo allá. Imagínese, papá, que es como locura. Imagínese que yo bebo con ustedes dos acá y allá hay otro bebiendo con los amigos. Como borracho que ve doble. Me asusta pensar en eso, sin embargo creo que está, que yo mismo también estoy allá.

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