viernes, octubre 22, 2010

Medianoche

Se quedó hasta tarde viendo la televisión. A medianoche había terminado un programa raro y después de un segmento prolongado de anuncios cada vez menos comprensibles, arrancó un programa que parecía no programado, sino que se había colado, sin aviso, en la sala de emisión de ese deficiente canal de televisión. Ella se preguntó si era posible que alguien hubiera decidido destinar una parte del presupuesto de compras de un canal para poseer los derechos de semejante engendro. Aparecía gente de una población inglesa dando testimonios sobre la posibilidad de la existencia de un monstruo que habitaba en los bosques cercanos. Entre ellos un hombre barbudo, con cara de poco equilibrio emocional, narraba el atardecer que lo vio a lo lejos, entre la maleza. Seguro, firme y casi orgulloso, el hombre define al monstruo como una forma casi humana, repleta de pelo, de una altura que sobrepasaba los dos metros y medio y cuya mirada, que alcanzó a ver entre el miedo, la poca luz y la frondosidad del bosque, era la de un buen hombre: "el monstruo seguro es un buen hombre". El programa sigue, no es interrumpido por anuncios y ella a ratos mira la hora sabiendo que definitivamente se ha desvelado. En medio de otro testimonio sobre el monstruo, ella se pone de píe y se asoma a la ventana. Afuera hace frío, la calle está vacía y ve los coches aparcados. Se queda un rato mirando la luz anaranjada de las farolas, la calle que de día parece otra cosa y piensa que en realidad le gustaría ser observadora de un fenómeno paranormal. Imagina al monstruo que describen los habitantes de ese pueblo inglés luego recuerda un sueño raro y ve que ha dejado vaho en el cristal. Se da la vuelta y vuelve al sofá, se tapa con la manta. En el piso de abajo se escucha una discusión de la pareja que vive ahí, es una discusión suave, un enfrentamiento ligero. Ella imagina las miles de casas de la ciudad, imagina otras discusiones, otras situaciones, parejas haciendo el amor, gente acostada con la radio de fondo, otros que ven el programa sobre el monstruo inglés, gente soñando, gente dormida de esos que dicen que no sueñan, gente haciendo cosas que ella desconoce, gente que seguro hace actividades que ella no alcanza ahora a imaginar. Mira la hora y piensa que nuevamente va a dormir poco, camina hasta el baño, abre la puerta y cuando se ve en el espejo reflejada. Se cepilla los dientes, apaga las luces y se va a la cama. Tarda mucho rato en dormirse.

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