sábado, febrero 20, 2010

La primera frase

Hay que evitar ser pretenciosos con la primera frase, y ésta ya lo es muchísimo. La tendencia a arrancar con bombos y platillo es casi inevitable. La primera frase parece predecir el futuro del resto del texto, de todas las demás frases que vienen por detrás. Sin embargo hay que evitar desvelarse en ese impulso. La primera frase, si se pone elevada, iluminada, forzadamente potente e intensa, puede hacerte perder el crédito en lo que queda del texto. La idea del principio debería ser enganchar la historia en un punto normal, sin una subida excesiva. El principio es una frase más, no hay que cargarla con el exceso, no hay que responsabilizarla de lo que viene. La primera frase no puede ser el hermano mayor. No tiene porque arrastrar, no tiene porque dar la cara, no es el niño grande que viene con sus hermanos de la mano. La primera frase es otra frase más, no depende el texto de ella, no. Liberemos a la primera frase de intensidades, de grandilocuéncias. Viene como algo más, debe aportar como aporta el resto. El principio es una parte más. No lancemos todos los fuegos, no quememos todos los cartuchos. Es truco tonto y al que se le ve venir. Así que empecemos de nuevo, como si nada.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ya tiene un lector más mr. Henry S.

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