sábado, febrero 27, 2010

En directo

Aquí se acaba la fantasía. Aquí es donde empieza otro terreno. Todo se vuelve cierto, nada de juegos. Aquí es lo que es. No hay compuertas, escaleras, escapes a lugares donde los elementos se vuelven reflejos o variaciones escapistas de los elementos en sí. Aquí cada parte es sí mismo, sin truco, si misterios, sin magia. No hay magia, olvídate. Aquí somos frente a frente y lo que venga. Asumámonos con todo, con lo inabarcable que somos cada uno, con todo lo que hay de desconocido en el otro, en uno mismo. Aquí es lo cierto, lo inmenso y desconcertante y extraño que es lo cierto. No hay metáforas, no hay segundas lecturas, no hay misterios. Aquí es tu piel, sin más. Aquí tu brazo que crece hacia el hombro. No hay juegos, ni imágenes que evocan, lo que veo es tu cuello, la forma precisa de tu cuello que crece y se desdobla en la barbilla. La continuidad precisa y única de tus partes que te van formando. El giro de la barbilla, cambio de dirección y sigo hasta tu boca. No hay juegos, no recurro a otras palabras. Aquí es tu boca, de lleno, completa. No es un lago o una esponja o un colchón donde saltan las invisibles partes de mi euforia. No, es tu boca, la forma precisa de tu boca, humedecida por la saliva y redondeada de manera que sólo puede ser la forma única y sin imágenes proyectadas de tu boca. Y abajo mi mano que recorre tu muslo y es el muslo. No es nada más que tu muslo, no es la primavera en la mano, no es la arena del mediodía en una playa, es tu muslo. No voy a buscar ahora palabras que definan mi mano en tu muslo, simplemente es eso, mi mano en tu muslo que avanza y siente el tacto preciso de tu piel. Y ahora, mientras nos vamos lanzando hacia el colchón no pienso ni siquiera en palabras menos limpias, tampoco en lo evidente; es tu cuerpo acoplándose como bien puede a mi cuerpo. Todo sucede con precisión. No es poesía, aquí no hay fantasías. Esto es sexo, podría buscar metáforas y rimas, pero no, prefiero esto, la imagen sólida, contundente y bestial de lo cierto. El colchón no es el cielo, es el colchón que nos sostiene y que además hace ruido de muelles rítmicamente y desconcentra lo justo. Hay veces que hasta estos detalles, el muelle y su ruido constante, aportan a este instante cierto, más elementos que potencian la certeza, lo real. No es poesía, ni fantasía. Es esto, así, imperfecto y divertido. Sobre todo placentero.

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