martes, abril 21, 2009

Un tipo en Valencia

Salió del trabajo. Encendió el coche y saltó la canción que se había quedado a la mitad por la mañana. El tráfico estaba pesado. La siguiente canción le recordó un año de la universidad. Una noche de porros en la montaña. El coche avanzó en ese tráfico delirado. Miró a un tipo que vendía clinex en un semáforo con cierta pereza. Cualquier trabajo genera tedio, pensó con desgana, la desgana y la leve depresión del lunes. El tipo de los clinex tarareaba mecánicamente una canción inaudible desde su lado del cristal. El tráfico avanzó de manera inexplicable unos cuántos metros, suficientes para cambiar de perspectiva. Pensó que el fin de semana se iría a la playas de Aragua. Unos cuántos metros después lo olvidó. Saltó otra canción que no recordaba y que iba evocando según avanzaba, se sorprendió con los recovecos de la memoria. Un poco mas adelante un tipo vendía crucifijos, ofreciéndolos de manera extraña, los movía como si en las manos tuviera un objeto caro y valioso, incluso hermoso. Llevaba poco tiempo viviendo en Valencia, siempre había relacionado, antes, Valencia a ese amigo que tuvo de pequeño que era español y que era de Valencia en España. De niño le parecía enormemente extraño que hubiera dos ciudades que se llamaran igual en distintos paises. No era posible que hubiera varias Valencias, dos, una aquí y otra allí. Como si fuera imposible que hubiera valencianos de distintos sitios. Ahora recordaba eso e imaginaba Valencia en España, imaginaba ese mismo instante allí y sentía que era raro que existieran dos Valencias a la vez. Evocando un poco aquel sentimiento absurdo de la niñez. La misma ciudad movida. Lugares con destinos opuestos. Había conocido Valencianos de distintas ciudades. Aquel amigo de la infancia y determinada gente que ahora era habitual en su vida y que defendían Valencia como gran ciudad. El tipo de los crucifijos se había quedado unos metros atrás. Sonaban bocinas distintas que parecían significar algo unas sumadas a otras, algo mas que la prisa y el nervio de los conductores por salir de ahí. Un tipo en moto pasó entre su coche y el de al lado deslizándose como un esquiador. Eso le recordó la nieve, sintió ganas de ir a la nieve, viajar a un lugar frío. Vio por el retrovisor, detrás tenía un autobús decadente del que colgaba gente en la puerta. El trafico estaba detenido y tardaría mucho en llegar a casa. Cambió de disco, pensó que llevaba años con los mismos discos, sin embargo se vio incapaz de escuchar algo nuevo "¿Dónde se busca la música nueva?" pensó . ¿Que música escucharía ahora si entrara ese año en la universidad?. ¿Quien sería si hubiera nacido cuatro o cinco años mas tarde?. Estaría en el mismo mundo y sería tan distinto. Sería como las dos Valencias. En el mismo planeta, tan separadas, tan ajenos unos valencianos a otros. El tráfico estaba totalmente estático. La luz del atardecer se iba convirtiendo en noche. Puso una emisora, hablaban de política. Una mujer hablaba indignada contra alguien. Unos contra otros y el tráfico detenido, como en aquel cuento de Cortázar que le descubrió Puzzo, donde un tráfico se convertía en un experimento sociológico. Esto está detenido, pensó con los primeros signos de irritación aflorando en algún lugar de los sentidos. Pasó una muchacha vendiendo tostones , arrastrando los pies sobre el asfalto, iluminada a contra luz por los coches que venían por el carril de enfrente. Unos contra otros. Cambió de emisora. Un tipo hablaba con voz pausada de Cuba. Miró por el retrovisor a la chica que vendía tostones perdiéndose en la masa de automóviles. Detrás seguía el autobús atestado de gente. En la parte alta del cristal frontal del autbús, una pegatina de diseño irreal dejaba leer un deseo: "Jesús vive. Jesús te ama"." Lo sensato para avanzar, sería dejar el coche en medio del tráfico y montarnos todos en el autobús. Llenarlo aún mas, pero montarnos como buenamente podamos en él" reflexionaba, mientras a su lado una furgoneta con los vidrios ahumados avanzaba casi en paralelo una distancia inexistente en el tráfico. Sonó su teléfono. La pantalla indicaba el nombre de Maru. Dudó y finalmente no atendió. Puso de nuevo la música. Ya era de noche. Miró el reloj y pensó: " ¿Dónde termina este tráfico?. ¿Cuando va a terminar este atasco?"

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