viernes, noviembre 21, 2008

Solo en la carretera

El coche se paró de repente, como no entiendo de coches, no podía saber que estaba sucediendo. El conductor por la inercia lo dejo en el lado de la carretera y sin hablar, todos abrimos la puerta y bajamos. Hacia mucho calor, muchísimo. Había una terreno abierto en ese lado de la carretera, unos cuántos árboles y un silencio tremendo. A lo lejos se podia adivinar una construcción al borde de la carretera pero en ese momento yo pensé que el prooblema se solucionaría rápido y me quedé cerca del coche mientras el conductor siempre callado, siempre en otra dimensión, lejano, como si su única función vital fuera esa, trasladar a desconocidos a esa zona del pais, actuaba de manera incomprensible para mi sobre las piezas del interior del coche. Salió humo repentinamente de alguna pieza y el conductor dijo, sin apenas tono, casi róbotico, pero contundente: "Estamos jodidos". En ese instante yo lancé unos seite u ocho pasos hasta debajo del árbol y calculé mis opciones de llegar a tiempo. Los otros caminaron sin decir nada hasta la construcción, la casa o lo que fuera que había allí a lo lejos. Llevaba dos dias en ese pais y de repente me veía anclado en medio de una carretera que llevaba lejos de la capital, en dirección a la frontera suroeste. Era una zona complejamente llana, pero no árida, cerca del arbol pasaba un riachuelo que casi pedía a gritos que uno se lanzara ahí. El conductor siguió trabajando los otros se iban convirtiendo en pequeñas figuras lejanas y yo sentía mas calor que nunca y no sabía muy bien como actuar. Quise hablar con el conductor, pero sus respuestas hiperbreves no dejaban hueco para la conversación. Me senté debajo del árbol y cerré los ojos. En ese instante pensé que era absurdo no haberse unido a la excursión con los otros desconocidos. Me levanté y caminé muy rápido para alcanzarles. Mientras cminaba por el arcen ví que ellos ya estaban dentro de aquella construcción. Pensé que quizá era un restaunrante de carretera, un bar. Caminé y llegué a la puerta. En ee momento pensé que mas que una casa parecía un lugar extraño y abandonado, no escuché voces y me pareció raro no escuchar a los otros. Apareció un perro que o bien tenia mas calor que yo o bien le quedaban unos cuántos segundos de vida. Toqué la puerta y no encontré a nadie. Seguí metiendome casa adentro. Ví un patio al fondo, una piscina abandonada. El perro se acostó en el suelo y se le cerraron los ojos como a un marihuanero con sueño, lentamente. Llegué a la piscina vacia y abandonada. Había un grafitti en el suelo, una señal parecida a una espiral con una especie de cisne dentro. Había una manguera de la que salía un chorrillo casi inexistente de agua, me acerqué abri el grifo y me mojé la cabeza. Jamás había tenido tanto calor. Seguí caminando hacía el fondo, vi unas cajas de cerveza vacias y una botella de ron a medio beber. Un hombre estaba dormido en el suelo. Abrió los ojos, salto asustado y de repente me apuntó con una pistola. Era la primera vez que veía tan cerca una pistola hice un gesto para tranquilizarle, le conté como buenamente pude lo que había sucedido. Me dijo que aquí no había entrado nadie antes que yo y sentí una nausea, la sospeche de algo atroz y horrible, traté de irme, pero las cosas ya se había complicado mas de la cuenta, el tipo me cogió del cuello y me llevó hasta una especie de almacen. Ahí había otro perro mas viejo, si cabe, que el otro y una mujer joven que pintaba algo sobre unas maderas. Estaba lleno de dibujos, vi el cisne del grafitti de la piscina impreso en mas dibujos. La mujer giró la cabeza y no hizo ningún gesto de sorpresa, como si yo llevara toda la vida deambulando por esa casa alucinada. Hay un instinto insaciable y aun en tal situación mis jos se lanzaron a mirar las piernas de la mujer que resultaban tremendamente atractivas, traté de desviar rápido mi mirada, sospeché que un gesto equivocado podría complicar aún mas las cosas. Me sentaron en una silla sin dejarme de apuntar. Nunca había sentido tanto calor, pero tampoco tanto peligro y tanta duda, seguía sin comprender donde coño estaban los otros. El hombre, que yo seguía sospechando que estaba muy ebrio, le dió la pistola a la chica y se fue. La mujer me apuntó con menos tensión que el hombre y a mi aquello me resultó incomprensiblemente muy deseable. Se acercó hasta a mi, se quitó la ropa y se sentó sobre mi en la silla.... Corten!!! gritó el director. Era la primera vez que trabajaba con Richie Gonzalez, el famosísimo director porno. Era mi primera experiencia con grandes productoras americanas, mi manager decía que "Solo en la carretera" tenía todos los ingredientes para convertirse en una película porno de culto y así asumí aquel reto que me llevó a la decadencia y a la locura. Entré en aquel proyecto por que todos creían que sería un gran éxito, nadie sospechaba, nadie podía intuir todo el infierno que vino después en medio de aquel rodaje, en aquella zona calurosa y desangelada de Latinoamérica. Nadie puede intuir esas cosas. Nadie sabe nunca nada

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