domingo, noviembre 09, 2008

Noche de Champions

A las 23:15 del miércoles entra en su casa con un tipo que ha conocido media hora antes en el bar de la esquina de calle. Ha bajado a ver, sin ningún interes el partido de la champions. A las 23:30 el tipo y ella están haciendo el amor en el sofá, está encendida la televisión donde repiten las jugadas del partido y varios analistas desmenuzan los entresijos de un partido del que nadie se acordará pasados seis años. A las 23:57 ella está fumando y el tipo está en el baño, lleva un rato largo, sospechosamente largo pero ella no se preocupe en levantarse y preguntar desde la puerta, lo que le gustaría es que el tipo se hubiera evaporado y no verle la cara nunca mas. A las 00:01 los minutos que lleva en el baño le parecen excesivos y se levanta, toca la puerta y pregunta si está todo bien. el hombre contesta que si, pero con un tono sorprendentemente triste e infantil, la voz de un niño pequeño que acaba de descubrir los desencantos y misterios de la navidad. Ella se da la vuelta y vuelve al salón, el alcohol consumido en la hora y cuarenta y cinco de partido le está produciendo ahora un tremendo dolor de cabeza, se sienta en el sofá y se da cuenta que el tipo se ha dejado los calzoncillos en el suelo del salón. Uns calzoncillos con unos dbujos sorprendentemente feos, posiblemente los calzconcillos con menos gusto estético de la historia de la humanidad. Recuerda, desmenuza ahora ese estudio poco profundo pero curioso que tiene en su cabeza sobre el calzoncillo y las naciones. Sabe que el latinoamericano es consumidor del calzoncillo sleep, mientras que el español y el europeo en general viste calzoncillo largo, lo que la sorprende en este caso es ese calzoncillo diseñado por el mismisimo satanas. Es Sleep, cosa que a ella nunca le gusta, pero además va cubierto de unos colores y unas formas que por mas que mira no termina de entender. A las oo:06 el hombre vuelve del baño vestido, lo que a ella le sorprende pues significa que se ha puesto los pantalones sin los calzoncillos, además su gesto, como ya indicaba su voz, es el mismisimo gesto de la tristeza, tiene los ojos algo enrojecidos y la mirada apagada, lo que contrasta enormente con el gesto feroz que tenía cuando no demasiados minutos antes hacían el amor. Ella le pregunta si va todo bien y el tipo contesta con un gesto muy singular, un gesto de labios que indica que aunque este diciendo que si, todo es que no. Ese hombre, por alguna razón no está bien. Ella le abraza, y aunque es algo que no le apetece, siente que hay una obligación lejanamente afectiva con el que hace unos minutos fue su amante. El hombre rompe a llorar, pero un llanto que a ella casi le produce risa. Es un llanto sorprendentemente infantil, el llanto de un niño triste pero mimado. Ella le pregunta de nuevo por el mótivo de ese llanto profundo y él entre lágrimas y gemidos contesta que hoy se ha enterado qe su mujer, que vive allí, en el otro lado, se ha liado con otro hombre, que su hermana con la que ha hablado hoy por teléfono le ha contado todo ese asunto, que su mujer, con la que tiene un hijo, y a la que iba a traer en breve se ha liado con un hombre del barrio y que es terrible, porque el había venido aquí para prosperar y que todo su esfuerzo se había concentrado en conseguir traerles lo antes posible y que mientras tanto, mientras el se mata a trabajar en este pais donde no conoce a nadie, la muy zorra anda acostandose con hombres allá. Y llora de nuevo, y ella se agacha y coge el calzoncillo y se lo da y el lo coge casi sin darse cuenta, ella, con gestos sutiles le empieza a llevar hasta la puerta. Para ella se acabó y lo que menos le apatece es escuchar la historia de ese tipo que mientras apagado y entristecido avanza por el pasillo semi abrazado a ella lleva el calzoncillo mas feo del mundo en la mano. Se dan un beso en las mejillas, ella abre la puerta y le dice que ya hablarán mas adelante, en un fúturo. Cierra la puerta y se vuelve al sofá se queda dormida. Esa noche tiene un sueño realmente psicodélico. Despierta conmoida en la madrugada, lo sorprendente es que las formas psicodelicas con las que ha soñado son exactamente iguales que las de ese calzoncillo ferozmente antiestético.

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