miércoles, noviembre 05, 2008

La red

Un tipo nos indicó una puerta de salida al final del largo pasillo. En el exterior descubrí que estabamos en la azotea de un edificio. Nadie dijo nada, simplemente nos quedamos quietos esperando algo que evidentemente yo no sabía que era. Unos minutos después apareció un helicoptero y entendí que ese iba a ser el medio de transporte para salir de ahí. Alguien nos ayudó a subir, nos sentamos y despegamos, era interesante la vista de la ciudad desde esa perspectiva. Nadie habló, el piloto se giró una vez y nos dió la bienvenida, sobrevolamos la ciudad, la fuimos dejando atrás. ATravesamos las primeras montañas dirección sur, observé las carreteras, las formas de estas abriendose entre el paisaje y la tierra. Pasó un buen rato y descendimos. Aterrizamos en una inmensa casa en medio de un paisaje de montaña que desconocía absolutamente. Un tipo estaba esperando en el suelo. Bajamos y apagaron los motores del helicoptero. Mis acompañantes y el tipo que esperaba se dieron un abrazo realmente fraternal. Entramos en la casa, nos sentamos en un salón de decoración pretenciosa y con falta de gusto. Entonces ahí me quitaron las esposas. Uno de ellos me pidió, por ultima vez, el nombre de todos los miembros de la junta de bloguers con pseudonimo, el nombre real, evidentemente, de cada uno de nosotros. Aguanté, no dije nada. Me miró con sonrisa ironica pero con un vestigio de ira en el labio superior:

.- Mira Henri Simon Leprince. Quieras o no tendrás qe decir los nombres.

Pregunté con valentía, sin acobardarme:

.- Y vosotros ¿quienes sois?.

Se miraron como si en ese silencio debatieran entre ellos si confesar la identidad de ese oscuro grupo de intenciones incomprensibles.

.- Somos la "Sociedad invisible de usuarios anónimos".

Comprendí que aquello no era mas que el principio de una guerra que se venía gestando en los blogs de toda la red entre bloguers con pseudónimo y usuarios anónimos comentaristas desde mucho tiempo atrás. LA guerra estaba empezando y el secuestro, mi secuestro, cobraba de repente sentido. Miré las caras de esos usuarios anónimos que ahora me presionaban, me interrogaban y comprendí que eran un entramado complejo y extraño de gentes diferentes. Miré las caras un buen rato. No contesté. No solamente no contesté, sino que en un hábil movimiento, digno de película de acción, logré escapar.

Estoy en medio de la montaña, desubicado pero no rendido. Asustado pero a su vez con fuerza, convencido. Desde hoy soy un fugitivo, perseguido, constante, por la "Sociedad invisible de usuarios anónimos"

3 comentarios:

Denzura dijo...

Yo también quiero conocer tu rostro

Denzura dijo...

Ah! Y no soy de los "anónimos" jaja

Anónimo dijo...

Leprince, para un escritor fracasado como tu, sin talento sin ideas y falsamente modesto los usuarios anonimos somos tu fuente de inspiracion y la otra cara de tus paranoias

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