miércoles, noviembre 14, 2007

Instantes

Parado, al lado del rio, mientras escuchaba con atención el sonido del agua pasar vivió un instante inedito, se preguntó a si mismo, casi con temor :"¿Y si existe dios?". Pensó unos segundos en la pregunta pero no buscando respuesta. El temor tampoco era un temor a la existencia de un Dios, el temor venía de sentir que todo, de repetente, se tambaleaba, una sensación parecida al vertigo. Respiro profundo, volvió a escuchar el agua, los inabarcables sonidos de la naturaleza, el laberintico pentagrama de lo que se escucha junto a un rio. Miró al cielo: "No hay, eso ya lo sé. No hay un orden prestablecido. El orden es invento de los hombres, necesitados como están de no saberse tan exageradamente abandonados en la tierra, por ese temor a la libertad absoluta que es el no orden, las no reglas. No hay Dios, no hay nadie que gobierne esto. Hay otros ordenes, otras formas pero no estan dictadas por ningún ser. Todo se gobierna así solo, anclado como está, en una cadena infinita de sucesos, Pero nigún ser decidió. Decidió la cadencia de la eternidad, el paso del tiempo, el movimiento estelar, las moleculas agrupadas, el paso entre lo minimo y lo que es amplio, pero esto avanza sin mas allá. El universo entero agrupado como unidad dividida infinitas veces, pero nada en el cosmos sabe lo que va a suceder los próximos minutos". Volvió a dejar la mente en blanco. Trató, de nuevo, de escuchar cada sonido que generaba ondas a su alrededor. "Instante caduco". "No hay nada y la naturaleza emocional nos hace fingir un después, pero no hay ni hubo nada. Esto no es mas que un accidente". Se decía.

Aún permaneció unos minutos mas allí, sentado, viendo, ahora, las formas que dibujaban las laderas de las montañas mas altas. Busco metáforas, parecidos a esas formas. La curva de el pico mas alto le evocaba a las manos de un hombre, las manos anchas de un hombre anciano. Mas allá, las laderas formaban lo que podría ser las caderas de una mujer gigante y ancha, unas caderas acostadas de lado, durmiendo la siesta apoyada en el valle que podría ser una cama gigante. Formas del azar o formas que se encuentran cuando se buscan. Formas que solo ve el que las mira, las propias formas que el le da a la montaña. Se levantó y se fue. Atrás quedó corriendo el agua.

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