martes, noviembre 13, 2007

Mínimo

Las cosas eran mas pequeñas de lo habitual. Pensé incialmente que tenía un problema en la vista, algo que no me había sucedido hasta ahora. Estuve haciendome pruebas caseras. Me ponía la mano delante de un ojo, luego del otro y examinaba mis visión. No había desenfoques, ilegibilidad. No. Había, unicamente un cambio en el tamaño de las cosas, pero un cambio curioso. Todo era mas pequeño pero mi tamaño era el mismo. Salí a la calle algo angustiado y ví que el efecto también se daba ahí. Las farolas, los semaforos, los coches, las calles, todo era mas psqueño sin embargo el tamaño de los hombres y animales era el mismo lo cual acentuaba la variación de las cosas. Los hombres no entraban en sus coches, el semaforo quedaba poco mas arriba de los ojos. Una manzana era poco mas gandre que una zancada, era como recorrer una maqueta. El amontonaimiento fue inevitable. Las calles se llenaban de gente que apenas podía pasar, el metro dejo de funcionar por que apenas cabía la gente en los tuneles. Todo el mundo corría y la ciudad daba una terrible sensación de fragilidad, como si además del tamaño todo se hubiera vuelto mucho mas debil, como si en ese empequeñecimiento las cosas hubieran perdido solidez. Ver, por ejemplo, la Gran Via tan pequeña, tan llena de gente que dando un salto podian ver la azotea de los edificios resultaba realmente preocupante, el suelo, de repente, parecía que se pudiera quebrar, como si no fuera a aguantar el peso de los hombres que habitan el planeta. Salieron noticias en poeriodicos que entraban en la palma de la mano. ¿El planeta era mas pequeño o era el hombre el que había crecido? eran los títulares. Nada era seguro, por que si se median las cosas nadie sabía si los metros habían adoptado el tamaño de los nuevos grandes hombres o por el contrario el tamaño de la pequeña nueva tierra.

Yo evité seguir en la ciudad, aquel caos era insostenible y corretear por la ciudad alarmado no me aportaba nada. Cogí el coche, en el que no entré completo, conduje hasta el mediterraneo. Tardé poquisimo, la playa estaba mucho mas cerca.Llegué, me metí a bañarme. Las olas eran inapreciables y en tres brazadas estaba muy lejos de la orilla. Así comencé a nadar. Decidí recorrer el mediterraneo a nado. No tarde demasiado en llegar a Italia, seguí. Me detuve en una pequeña isla donde apenas entreba de cuerpo completo. Descansé, segui nadando. LLegué a Grecia, alcancé el Pireo, ví la Acropolis de fondo, gobernando la ciudad. Respiré profundo y me quedé dormido. En mi sueño las cosas volvian a tener el tamaño de antes.

1 comentario:

stel dijo...

a veces nos comemos el mundo porque nos creemos gigantes y otras, en cambio, no pasamos de mera hormiguita ante la inmensidad de la tierra...

un beso,

Mi lista de blogs

Afuera