miércoles, mayo 09, 2007

El barrio de los anónimos

Hacía tiempo que se había comenzado a construir el barrio de los anonimos. La idea, parece ser, fue de algún politico en busca de buenos gestos o de fotos, nunca se sabe. El caso es que a aquella zona anonima de la ciudad, llena de edificios nuevos y calles a estrenar la llamaron el barrio de los anonimos. El nombre no era mas que la cúspide de una idea algo extraña, diferente e incluso desconcertante. Cada una de las calles llevaría el nombre de algún ciudadano anonimo enterrado en el cemeterio popular de la ciudad. El proceso de selección sería entregado al azar, bajo un sistema del que nunca logré enterarme. El caso es que en un acto público el nombre de cada una de las calles sería seleccionado entre la infinidad de tumbas del infinito ccemeterio público de la ciudad. Así las calles llevarían los nombres de algunos de esos anonimos que habitaron y habitamos la ciudad. Ese dia lejano y borroso, fue una especie de celebración en el vasto terreno del cementerio. El alcalde sacaría el primer nombre y seguidamente niños, futuro de la ciudad, como afirmó el alcalde, irian sacando los nombres de los anonimos. Calle Fernando Toquero, Plaza de Fermín Palacios, Calle Sara Álvarez, Calle Pedro Conde. No recuerdo nada mas de aquellos dias extraños en la ciudad.

Nunca he tenido nada que hacer por el Barrio de los anonimos, nada tengo por allí, no hay amigos, no hay trabajo. El Barrio de los anonimos es para mi una de esas zonas de la ciudad que nunca habitas, que no conoces y en las que cuando vas casi te sientes extranjero. El barrio, sé, fue creciendo y el ayuntamiento siguió, ya en el silencio de un papeleo burocratico y silencioso, alejado del bullicio electoral, asignando nombres a las calles a traves de un proceso indescifrable, como muchos de los procesos que requieren ventanilla, sellos y certificados. Hace no mucho, conocí a una chica del barrio de los anonimos, me invitó a cenar en su casa y fui. Salí del metro, me sorprendió que el metro llegará ya tan lejos, casi fuera de la ciudad, recorrí las calles de nombres comunes con cierta curiosidad, crucé las esquinas siguiendo las indicaciones que la chica me había dado para alcanzar su casa, fue entonces, en una esquina que levanté la vista y ví tu nombre. La placa azul con letras blancas, todas las letras de tu nombre, una esquina anonima, el silencio del dolor. L a dirección mas triste del mundo

2 comentarios:

stel dijo...

este barrio seguro que debe ser especial, porque reconoce lo terrenal y lo que nos es o fue cercano...
besines
^^

Tecnorrante dijo...

Bravo!!! Que buen cuento!!!

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