domingo, marzo 07, 2010

Maqueta

No soy maquetista. Me gusta ese cambio de dimensiones, esa representación, pero no soy maquetista. Soy otra cosa. Puedes pensar que soy un maniático o un manipulador. No lo niego. Hay una enorme atracción en ver todo desde una perspectiva reducida, donde todo es pero es en una escala menor y resulta todo tan manejable. En mi caso no hay representación. Mi maqueta bien mirado no es una maqueta, no pretendo que esto que he creado se termine convirtiendo en algo de tamaño real. Me gusta así, no proyecto. Prefiero estas dimensiones. Esto que he ido formando pacientemente no es el proyecto de algo que será o que ya es a tamaño real. Mi maqueta sólo existe en estos volúmenes, en estas medidas. Puede ser que por inmensa esta maqueta sea la maqueta más grande del mundo, es posible. Aún recuerdo los principios, las decisiones primeras, aquí la montaña que terminé llamando Mágica, por homenaje; desde ahí comenzó a crecer todo, los parques, esa avenida prolongada que da a las casas encantadas, ese barrio milagroso que creé al norte del centro donde construí los túneles y las cavernas. La maqueta, como un país encantado, debía tener enigma, magia, parecer un sueño, todo debía ser irreal dentro de esa realidad minúscula de mi maqueta. Luego las lagunas silenciosas con ese agua cristalina y azulada, el parque de los espejos donde todo se refleja y distorsiona. Cada elemento nuevo debía, debe, potenciar esa irrealidad precisa que construyo día a día. Nada es gratuito en este laberinto reducido e inabarcable. Es gigante mi maqueta, construida para ser recorrida, para ser habitada. Mi fantasía final podría ser proyectar esto en tamaño real, pero no, casi prefiero esto, estas dimensiones que controlo y manejo con precisión, sin fallos, con acierto. Este tamaño es perfecto para gobernar porque desde aquí lo veo todo, apago la luz y enciendo las luces infinitas que iluminan toda la ciudad y me recreo en paseos imaginarios. Hoy por ejemplo, ya de noche, bajaría hasta el parque de los espejos a reflejarme en distintas formas distorsionadas, atravesaría la avenida del oboe donde suena siempre esa melodía lejana, caminaría despacio dejándome llevar por ese sonido que termina dando a la esquina de la avenida del agua; me montaría en una de las barcas y bajaría por esa avenida río hasta la calle colchón para caminar descalzo y dando saltos. Hasta las cuevas. Las cruzaría a oscuras y en silencio para salir al pie de la frontera donde todo termina y comienza lo gigante las dimensiones desproporcionadas y cansinas, estas, donde habitamos; allí hay un mirador para apreciar lo contrario, la no maqueta desde la maqueta. Ese mirador da a esta habitación, desde allí, se puede ver la gigantesca puerta que abre hacia el pasillo. Allí me quedaría esperando a que salieras de una vez por todas de las cavernas. Si creé esto fue para ti, si te reduje fue para tenerte siempre en mi mundo, en mis dimensiones. No se porque aún no lo aceptas, cada cosa de esta maqueta está creada para ti, es mi mundo que quiero que habites, yo sólo lo dirijo desde arriba, desde las dimensiones desmesuradas de los hombres. No te ofendas, no estés triste. Lo hice todo para ti.

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