viernes, marzo 05, 2010

Anónimo

Le llamaremos Anónimo, porque desconozco su nombre y porque no me imagino nombre más apropiado. Le podría poner un apellido, pero tampoco es necesario. Era anónimo sin más, anónimo como tantos, como todos lo hemos sido alguna vez en la vida sin saber que lo somos. ¿Quién sabe acaso cuando es anónimo y cuando no? Hemos sido anónimos entre la masa, anónimos en el metro, en aquella mesa del café, entremezclado en el bullicio, donde una pareja te mira con distancia porque eres anónimo; y el anonimato nos iguala y nos hace únicos. Pero él, nuestro anónimo personaje, era absolutamente anónimo, casi invisible y sin serlo. Ser anónimo requiere de unas cantidades muy precisas, de misterio y de invisibilidad. Para ser anónimo apenas hay que ser visto sin embargo se te tiene que ver. Uno no es anónimo si no existe completamente, el anónimo existe, existe poco, pero existe. Le vi pocas veces, las suficientes. Siempre solo, siempre escurridizo y enigmático. Podría hacer el chiste fácil de atribuirle obras y frases anónimas de toda la historia, pero para ser realmente anónimo no puedes ni medio intuir a que se dedica el personaje, no puedes saber si es escritor o camionero. Lo difícil de anónimo es describirle porque su anonimato es su única característica. Es anónimo y ya. No hay más que hablar. Anónimo es una presencia, casi un fantasma, uno de esos dibujos mal trazados de un comic que aparece en segundo termino, muy atrás de donde sucede la acción del protagonista. Una de esas cabezas que camina en bloque por la avenida, entre tantos y tantos otros. Hay veces que uno sospecha que los demás, en los que no nos fijamos, son siempre los mismos. Anónimo tiene la función, imaginé a veces, de rellenar las calles. Anónimo estaba ayer en el bar mientras el Barsa marcaba el 2-1, en el fondo, junto a la barra, donde jamás miré, pero anónimo también eran esos pies que vi por debajo de la puerta en el baño de la estación de tren o esa cabeza escondida tras otras cabezas en el vagón de al lado a las siete de la mañana en el metro. Anónimo estaba a la derecha del escenario en aquel memorable concierto mientras yo estaba a la izquierda y giré y vi en la oscuridad permanente a la que está sometida el publico ese cúmulo de cabezas entre las que estaba él, anónimo y su permanente anonimato. Anónimo está ahora tras aquella ventana, del edificio del otro lado de la calle, esa silueta que se marca tras la cortina o pasa en ese coche que sigue calle arriba, conduciendo y perdiéndose en giro con la avenida. Anónimo escribe en su blog y deja comentarios y aprovecha su anonimato para hacerlo. Anónimo es un pseudo dios, porque es omnipresente. Está aquí cerca, en el bar tomando café para salir corriendo hacia el trabajo, pero está en tantas otras ciudades, en tantos otros destinos. Anónimo está en mi cuando intencionadamente me escondo en su forma o cuando sin saberlo soy él. Anónimo ejecuta su obra permanente, la obra de arte más sublime y profunda: Sostener a todos lo que nos son desconocidos. Dime anónimo, dime: ¿Quién eres realmente?¿Quién al final de tantos otros se esconde en ti? ¿Quienes somos cuando somos tu? ¿Quien soy si en el fondo todos somos anónimo?

No hay comentarios.:

Mi lista de blogs

Afuera