miércoles, julio 08, 2009

Unos días de verano

Huele a tierra húmeda. Hace tanto calor y hay tanto silencio que el olor se percibe doblemente, potenciado por el adormecimiento de los otros sentidos. Abajo el portero ha regado el jardín y sube el olor silenciosamente. He abierto los ojos y la niña estaba quieta mirando un punto impreciso en la pared. Me he quedado mirándola. Jugueteaba con el aire, sumida en un trance agradable, visitada por seres imaginarios con los que se comunica telepáticamente. Apenas se mueve, mira hacia arriba y mueve ligeramente los labios, como si hablara sin hablar. Confesiones de un ser humano de seis años a un ser invisible que habita en el olor a tierra húmeda que sube desde abajo. Luego me ha mirado y no ha dicho nada, creo que ni siquiera la ha sorprendido que yo estuviera con los ojos abiertos, observando sus ritos indescifrables. Se han escuchado unas voces, son los niños con los que juega en la piscina, ella los ha percibido también y se ha puesto en píe, nerviosa, emocionada. Se ha acercado hasta el balcón y ha puesto las manos en la barandilla, donde apenas llega, ha asomado la cabeza, la parte mas alta de la cabeza poniéndose de puntillas y ha tratado de encontrar a sus compañeros acuáticos, asomando los ojos todo lo que podía, superando la barrera física que supone para su estatura el balcón. Ha gritado un profundo "Hola" que ha desmontado de lleno el silencio en el patio del edificio. La madre de sus compañeros ha contestado el saludo y le ha dicho a la niña que baje. Me ha mirado y he hecho el gesto que le entrega la libertad temporal. "No olvides la toalla y un beso", ha sonreido y ha salido corriendo. He escuchado sus pies golpeando los escalones como si fueran balones. Segundos después he escuchado su voz abajo, juntándose a los otros niños y a la madre de estos con la que tengo el acuerdo de las tardes en la piscina. Me he puesto en pie. Me he asomado al balcón, la niña se lanzaba en ese instante al agua. He fantaseado con las dimensiones distorsionadas o reales de los niños. Esa piscina será notablemente más pequeña cuando la visite dentro de quince años. He llamado a mi hermana, le he dicho que todo estaba bien, que la niña está cómoda y tranquila. Le he contado las rutinas de las que ya habíamos hablado, de la piscina, de la madre de los niños, de las tardes, de lo que come, la he tranquilizado y la he invitado a disfrutar de esos dos días de viaje que le quedan y que no se preocupe, que la niña está contenta. Al colgar me he quedado viendo a la niña, braceando velozmente por el agua, los juegos incomprensibles a los que se entregan esos niños. Saltan, gritan, ríen y vuelta a empezar. Cuentan, hay puntuación, pero no se sabe que puntúan, quien gana y porque gana. Busco el libro, lo abro pero no me concentro. Leo sin leer, recupero la página y trato de arrancar pero me despisto viendo a los niños, también a la madre de estos. Ella lee mientras esos locos saltan y brincan y gritan primitivamente, la niña bucea y sale a flote, vuelvo a mirar a la madre que en ese momento mira hacia arriba y me sorprende mirándola. Desvío la mirada con pudor. Vuelvo al libro pero no leo, pienso en bajar y bañarme, jugar con ellos. Me siento mas identificado con eso que con el resto del planeta, con esos juegos de saltar y gritar, de hacer bombas acuáticas que vacían un poco la piscina. Entro,me pongo el bañador y bajo con la toalla. La niña se ríe cuando me ve aparecer, salgo corriendo y me lanzo, en el agua la cojo y me río con ella. Luego he pensado que en dos días se irá y que se acabaran estas leves rutinas en las que nos hemos instalado estos días. La he lanzado hacia arriba y la he vuelto a coger entre risas. Los otros niños miraban con cierta envidia la soltura y la altura que alcanzaba la niña impulsada por mis brazos, les he mirado y les he lanzado también a ellos. Luego he salido, he saludado a la madre, hemos hablado de alguna vanalidad. La tarde, lentamente ha ido pasando. Por la noche, como todas las noches, hemos dado un paseo y ha sido ahí que la niña me ha preguntado por primera vez si yo había conocido a su padre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No esperaba que fuese a terminar de leer este post con los ojos nublados. Ando así, pero son cosas mías.


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