jueves, julio 16, 2009

No diario

12:38

He pensado en la posibilidad de llevar este blog de manera más radical. Un diario al uso, que sin embargo es lo menos radical del mundo. Por supuesto no lo haré. Lo pensé ayer mientras salía de la librería con dos libros nuevos. Ayer tuvo algo de regreso al pasado, compré dos libros de dos de mis autores favoritos. Algo que no ocurría hace mucho tiempo. Compré Amberes de Bolaño y Papeles inesperados de Cortázar. En el camino me puse a leer el prologo de Amberes y comprendí de nuevo porque Bolaño se ha convertido en lo que es. Escribía desde las entrañas, unas entrañas abiertas, seguramente sangrantes y dolorosas, pero habla, a pesar de todo eso, muy cercano, o mas que cercano, muy dentro. Con urgencia pero sin prisa. Leía mientras caminaba, un acto que tiene algo de vertiginoso. Leer por las aceras en el fondo se asemeja a los deportes de riesgo. Mientras leía esas dos o tres páginas no presté mucha atención al camino. Terminé, levanté la vista y estaba en la calle del desengaño, rodeado de prostitutas y tipos que no trataría como intimos. Caminé hasta casa, pensando en la posibilidad de un diario. Porque pensaba en anotar eso que piensas y que termina desapareciendo. Según caminaba había reflexionado sobre estos dos escritores, que leo con una empatía particular, con mas facilidad que otros escritores y sin embargo, en el fondo, se que no son grandes escritores al uso. Su literatura es inmensa, pero no es gran literatura. Pensé que gran literatura es Dostoievski, su literatura es universal, sublime, elevada. Es un escritor grande. Bolaño o Cortázar no son de esa literatura. A su modo, ambos, son escritores que persiguen una imagen o la luz detrás de esa imagen. La luz de la imagen que persigue Cortazar tiene que ver con una calle, no muy ancha, es media tarde. Cortázar es urbano y juega con una idea peculiar de la urbanidad. Bolaño persigue la luz de una imagen menos concreta aún, es una luz rojiza en un una inmensa esplanada árida de un sitio, que en el fondo, no existe.

Ahora anoto eso que pensé de manera difusa, quizá afectado por el calor de la media tarde en esta ciudad y decido, eso si, que no, que esto no va a ser un diario personal. Otra cosa, no se cuál, pero otra.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Quizás lo que no te dejan contar en vivo porque temas como los supermercados que hay por la zona aparecen! :-)

Anónimo dijo...

Es lo que es, mi querido Henry. Y nos gusta como es.

Hasta pronto, desde el último piso de un recuerdo en Caracas.

CL

Anónimo dijo...

A menudo cuando corro por el campo cierro los ojos. Se que lo peor sería caerse, una pequeña herida a lo sumo. He intentado tres años no abrir los ojos hasta después de caer. Una vez salté en paracaidas y pude hacerlo. Pero no he sido de caerme de ese modo. Tienes razón, es un deporte de riesgo, como leer y andar. Pero eso es solo porque eres un hombre. Las mujeres pueden hacer ambas cosas a la vez sin problema alguno. IV.

illot dijo...

Hace tiempo que sólo leo los relatos cortos de Henry Simón. Es el más grande y sublime. Tiene cien mil personalidades.Son cientos de escritores en uno. Suerte con los nuevos golpes!!

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