miércoles, julio 29, 2009

Una historia que podría ser real

Todos amábamos a Leti. La amábamos, eso lo sabíamos todos de todos, pero nadie lo hablaba, nadie lo aceptaba en voz alta. Se sabía, era una condición de todos los que bajábamos a la plaza, pero nadie pronunció aquel amor a los otros. Nos vigilábamos sigilósamente entre nosotros. Nos zancadilleábamos y si alguien hablaba a solas con Leti aprovechaba para desmontar las artimañas de el que cada quien considerara el rival mas peligroso. Si se tenía el casi imposible privilegio de estar a solas con Leti los demás se convertían en demonios y poco fiables personajes. A mi me paso, una tarde en el banco que había frente a su portal. Estuvimos un buen rato hablando y yo ataqué al Bolo, le dije que había hablado mal de ella una tarde, que el Bolo no era un tipo fiable y que se sospechaba andaba metido en un lío con los de La colmena. Un lío oscuro y posiblemente delictivo, que a mi el Bolo me parecía un indeseable y que Mario le había visto una navaja en el bolsillo. Leti apenas hablaba, era tímida y me escuchó con atención. Cuando ya había destrozado la imagen del Bolo me quedé sin mucho mas que decir, me hubiera gustado confesarle mi atracción, pero no lo hice, tampoco hablé mucho mas. Le conté donde me iba ese verano y le hablé de mi hermana, que se había liado con uno del edificio y que cada vez que se iban mis padres el tipo entraba en casa y se metían en la habitación. Nunca mas estuve a solas con Leti, a nadie de la plaza le conté que había estado con ella. Algunos días después ella se fue de vacaciones con los padres, era la mitad del verano. Yo dejé de ir a la plaza. Me cansé del Bolo y de algunos mas. No pintaba mucho allí. Las tardes en la plaza se habían convertido en una rutina poco interesante. Empecé a quedarme en la habitación escuchando Ummagumma de Pink Floyd, que era un disco que me había grabado el Flaco, que se había ido a vivir al extranjero, e imaginándome la posibilidad de navegar lejos de allí. Luego nos fuimos de vacaciones a un lugar que terminó siendo mas de lo mismo y en Septiembre volvi a clase con la sensación de que el verano me había devorado sin darme cuenta. Volví a ver a Leti de vez en cuando. Al tiempo me enteré que el Bolo se había liado con ella, lo que potenció mis pocas ganas de volver con los de la plaza. A esas alturas mi reputación estaría por los suelos. El Bolo había ganado por paliza la primera batalla y no estaba yo para enfrentarme sabiéndome derrotado. En noviembre conocí a Hugo y lentamente cambié de grupo de gente. Casi nunca veía ya a los de la plaza y fui deshaciéndome de ese colectivo enamorado de Leti, también me fui deshaciendo de ese amor indescifrable y extraño que sentía hacia Leti. En enero me crucé una noche con el Bolo cerca de mi portal, era muy tarde, hacia frio y yo venía algo borracho, una de mis primeras borracheras. El Bolo se acercó por detrás y me saludó con aspereza. Le vi mas gordo, había engordado mucho. Me contó casi llorando que Leti le había dejado y que estaba destrozado. No supe como reaccionar. Le pregunté que había pasado y no dijo nada concreto. El Bolo se mezclaba difuso con la luz naranja de las farolas y el frio, hablaba susurrando y de vez en cuando miraba al suelo. Yo sentía un mareo brutal y el Bolo me pareció, de repente, un tipo triste. Me despedí y me fui a casa. Me tumbé en la cama. Me masturbé, por primera vez, pensando en Leti. Por algún motivo jamás pensaba en Leti cuando me masturbaba, era algo que me parecía sucio, un acto que no podía ir ligado a mi amada Leti, pero aquella noche pensé en Leti. Me imaginé no se que historia irreal, que me cruzaba con ella en un ascensor y que me decía de repente que que guapo me había puesto y el ascensor se paraba y ella no podía contener su atracción y se lanzaba encendida hacia mi. Eso fue en enero. En febrero tuve mi primera novia, una tipa bastante fea del grupo de gente con el que empezaba a salir. En Marzo vi a Leti en una fiesta de amigos comunes. Ella iba con unas chicas que jamás había visto. Al rato, en mitad de la fiesta, me acerqué a hablar con ella. Me habló de una película que había visto esa tarde en el cine, un argumento que recuerdo vagamente y que a ella le había emocionado. Yo le hablé del Ummagumma de Pink floyd y me miró con distancia. Preguntó que tipo de música hacían y no supe contestar. Al rato dije:"Seguramente no te van a gustar. Es música de hace años". Aquella noche llegué a casa y escribí un cuento dedicado a Leti. Al terminarlo lo lancé a la papelera. A la mañana siguiente, mi hermana encontró las hojas y lo leyó. Durante meses se burló del cuento, de mi y de mi amor por Leti. Escribí otro cuento donde narraba los encuentros de mi hermana con su novio cada vez que mis padres se iban de casa, narré con precisión los gemidos que salían de su cuarto y dejé las hojas colocadas meticulosamente en el lugar donde sabía que mi madre las leería. Mi hermana me dejó de hablar durante seis meses, el novio me amenazó una tarde al volver de clase en el portal. Escribí mas cuentos, pero el que mas recuerdo fue sobre el Bolo. Todos los iba lanzando siempre a la papelera.

En estos días he encontrado a Leti en el facebook. Se ha casado, tiene un hijo. He curioseado sus fotos, ese trozo de vida que se puede comprender a través de lo que muestra. Una vida como otra cualquiera. Del Bolo, eso si, nunca supe nada mas siendo honestos, ahora, tantos años después, me gustaría verle.

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