viernes, julio 10, 2009

Media mañana

Media mañana. EL cielo está claro. Vengo de la calle. Estaba abriendo la tienda de al lado, la de ropa, el dueño es extraño. También estaban subiendo la reja en el videoclub. El bar de al lado estaba abierto, un tipo tomaba café dentro mientras el camarero preparaba cosas, se movía con calma. He pensado en varios argumentos. El mismo juego. Una anécdota que en el momento final se transforma. He decidido no usar ninguno de esos argumentos y si hablar de esto que no es, que se va formando según avanza.

Este juego de la escritura es perfecto. Hay escribiendo, una nueva ubicación de las cosas. Todo sucede de otra manera, la misma pero otra y esa nueva manera se superpone con la manera no escrita y ambas generan nuevas perspectivas, nuevos campos mentales. Si escribo es por que hay un lugar mental que existe así, en forma de escritura y es, al menos en mi caso, un lugar con bastante importancia. Hay mucho de proyección. En mi caso soy bastante mas exacto escribiendo. Es decir, me cuesta mucho menos escribir que hablar. Hay un par de segundos mas para usar la palabra y en un tipo con cierta tendencia a la tartamudez, como yo, esos dos segundos son básicos.

Hay en la realidad escrita un sosiego, una pausa tan amable, es un lugar donde mucho mas tiempo para el detalle, que hace de escribir una necesidad. Si pienso en el sonido de ese pájaro que ahora oigo mientras escribo, me detengo un poco mas que si no lo estoy haciendo, que si lo oigo sin escribir. Oigo el pájaro, detengo las teclas, lo escucho y arranco. Esa pausa sólo sucede cuando escribo. Ese respiro de las cosas. Hay un cambio de ritmo, desde luego, y ese ritmo de lo real mientras escribo es incluso adictivo. De algún modo escribir es vivir en micro. Todo se observa en dimensiones mas pequeñas o como si lo pequeño se hiciera grande. Es parecido a observar algo a través del microscopio. La nostalgia, la risa o el miedo se observan de otra manera, diría que incluso casi científicamente, aunque en mi caso sea un acto absolutamente emocional. La mayoría de los textos que he escrito vienen dados por una sensación inicial muy básica, el recuerdo de una calle, pero no un recuerdo de un modo fotográfico, que también, sino un recuerdo inexacto, abstracto, una proyección borrosa. Quizá el texto nace de esa abstracción hacia afuera para reconstruirse, para formarse a manera de ficción. En el caso del último texto, por ejemplo ha salido de una imagen muy imprecisa de Caracas. Viene un fogonazo, Caracas a media tarde o casi cuando empieza a anochecer y de ahí en adelante se suman sensaciones. Caracas en coche. Caracas y determinadas calles y las sensaciones que esas calles de noche pueden producir en mi. El juego es perseguir una especie de haz que va por delante y al que persigo a punta de teclazos. Jamás lo alcanzo, pero me divierte la persecución. Al fin y al cabo de esto se trata, de una persecución lenta, pausada. Una micropersecución.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Escribir es echar un cuento en cámara lenta, pero es sentirlo tres veces más intensamente.

Pronto la Supertramp se va a Europa, una mochila, una carpa, un coche y una bici...un mapa sin rumbo y una hermana que la acompaña. El resto pienso vivirlo en cámara lenta y sentirlo tres veces más intensamente.

CL

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