viernes, marzo 28, 2008

Noticias

El periódico, que es el mejor de los paraisos para la ficción, ofrecía ayer, escondida entre las últimas páginas de internacionales, una noticia pequeñísima, casi perdida entre las amenazas de Boicot y los modelos de la Bruni. Una noticia que por si sola es un poema, un poema oscuro y terrible o delirado. Un poema que no se termina de comprender. En el estado de Sonora, en México, el narcotráfico y la policia estuvieron durante cinco horas de tiroteo. La noticia concluye diciendo que casi todos los pistoleros finalmente escaparon. Cinco horas de balas, cinco horas de ruido atronador, de tensión. ¿Que piensa alguien durante cinco horas en un tiroteo?, inicialmente uno estará tenso, alerta, los instintos estarán comandando un cuerpo que quiere sobrevivir a esa voragine, a ese ruido, a esa manada de violencia, pero después del rato será inevitable perder la concentración. Así en medio de tiros y carreras uno debe acordarse de algo que repente no recordaba, pensar inevitablemente en otras cosas e incluso soltar tiros sin estar pendiente de que se están soltando tiros. Un tiroteo de cinco horas es una exageración, tiene algo de record, de maratoniano, como si todos los participantes se hubieran puesto de acuerdo de antemano para lograr participar en esa performance. Hay algo de poesia negra, de enloquecimiento. Tiros y tiros. Y las fases mentales por las que debe pasar uno ahí metido. Cinco horas de ruido poetente de balas, con lo agotador que es el ruido, con lo que desgasta el ruido y con lo atronador que es el sonido de las balas. Y si huebira una película que durara cinco horas y solo fuera el tiroteo, voces en off de las reflexiones de todos los participantes, la camara va pasando en esas cinco horas de un pistolero a otro, da tiempo a volver varias veces a cada. Daría tiempo a coger cariño alguno, a sentirnos identificado con otro, a destetar a otros. CInco horas en esa linea extraña y difusa donde las cosas no se deben comprender bien, o cambian de forma y uno comprende, entonces, que en el límite las cosas tambien son incomprensibles, extrañas y que el tiempo todo lo doma o lo aligera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Balacera en Sonora? Qué bolañesco suena... ;)


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