lunes, marzo 24, 2008

Encuentro en un patio

Se encuentran en un patio de un edificio de Budapest. Parece irreal, piensa él mientras levanta la vista y ve las ventanas del edificio sobre él. La mira bajo el árbol, sentada, sin intención de hacer nada mas que estar así bajo el árbol que hay en medio de ese patio de Budapest, está acompañada de sus dos hermanos mas pequeños, la mediana y el pequeño, al que él creía o alguien le había informado algunos años antes que había muerto en un accidente de carretera en la costa de oriente. Están los dos hermanos, evidentemente mas mayores, mucho mas mayores, pero lo que al le sorprende es que ella tiene la misma edad o parece tener la misma edad, como si ella se hubiera quedado anclada en los años que él la recuerda. Los tres le miran y entonces comprende, de una vez, de inmediato, un montón de cosas que no entendió entonces, en aquella época algo lejana ya. Comprende como se comprenden las cosas cuando ya no las vivimos desde dentro, o como dicen, cuando las vemos con perspectiva. Y al verles ahí, sentados bajo el árbol de ese patio comprende algo que tampoco puede nombrar o describir, pero comprende. Una bola mental que era abstracta y que ahora, aún permaneciendo en la abstracción, tiene al menos una forma comprensible para su propia vista o para su manera de mirar. Entonces hablan de algo, evidentemente recuerdan otras tardes, lejos de allí, lejos de Budapest. Ella habla de su madre y le dice algo así como que todos en el fondo estamos disculpados, porque en el fondo es otro el que nos fue haciendo así, que somos parte de la masa y que cada uno inevitablemente ocupa un lugar y que la madre ocupó ese y que así hay que verlo, habla del dolor y de la amargura y luego reflexiona sobre la extraña tarea de ser hermana mayor y finalmente dice que ahora está embarazada y el se emociona y se mira el borde del brazo y ve la piel de gallina, no sabe porque, pero tiene la piel de gallina. Entonces los cuatro miran arriba, al cielo de Budapest y cae nieve. Y él piensa que nunca había estado con ella en Budapest, pero tampoco bajo la nieve, que nunca les habían caido copos de nieve estando juntos. y la vuelve a mirar y ve que la mirada, curiosamente es exactamente la misma y se cuestiona eso, si mantenemos la misma mirada toda la vida, si la mirada no cambia por mas que vivamos. Se dan un beso en las mejillas se despiden. Él sale a las calles de Budapest y trata de comprender ese encuentro que sabe es inexplicable, como todo encuentro, como todo azar y ve a un hombre Checo que toca una melodia con un violín que luego él toda la tarde tarareará mientras mira el Danubio desde la parte de Pest.

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