lunes, marzo 10, 2008

Alucinado

Creo que miré varias veces. La azotea daba a la avenida ancha poco construida, donde por la noche casi no pasaban coches. Sonaba una canción de esas de piel de gallina y ví la ciudad desplegada a lo lejos y volvía mirar y ví que hablabas con alguién y miré de nuevo las luces, la avenida vacía y sentí un airecillo liberador. Y cambió la canción y pensé que algún dia me iría de ahí mientras tu hablabas y gesticulabas y me tomé otra cerveza y pensé que salvo mirarte esa fiesta era relativamente aburrida, a pesar de la ciudad desplegada como un juego extraño de luces naranjas y reconocí a lo lejos el neón del centro comercial y reconocí mas allá el letrero de la avenida sobre no se que marca de cerveza y volví a mirar y ví que mirabas algo a lo lejos y traté de adivinar, pensé que mirabas algo que estaba cerca del cruce, donde estaba ese colegio y enfrente un concesionario, pensé que mirabas sin mirar y seguramente sería así. Y pensé que esa ciudad era extraña y que la fiesta era extraña. Alguien se me acercò y me habló de otros, de otra fiesta, de otras noches, de un viaje a la playa y volví a mirar y recorrí la azotea y daba el aire y movía las cosas ligeramente y afuera la noche era agradablemente fresca, como si fuera la noche perfecta y seguías hablando con un tipo y ví que te diste cuenta que miraba y miraste como preguntandote quien carajo era ese tipo que te estaba mirando. Y me quedé apoyado en el muro y me dieron ganas de colgar los brazos para sentir la altura y las luces eran un cúmulo de cosas indescifrables y volví a mirarte y tu de nuevo te diste cuenta que yo miraba y pensé que había luces, una especie de mezcla de colores saturados sobre la azotea, una especie de violeta casi blanco, pero saturados, muy saturados, un pelotazo de luz, eso imaginé. Una distorsión que recorre notas muy melódicas a un tempo suave, y la luz era estroboscópica y te volví a mirar en ese juego de luces y música, un juego que evidentemente estaba imaginando. Y lancé los brazos al vacio, como si todo colgara y sentí el vertigo de todos esos pisos hacía abajo, la azotea, la avenida ahí abajo, las luces de la ciudad entremezcalndose con una temperatura extremadamente agradable y dejaste de hablar y miraste sola la avenida y me acerqué y no dije nada, me puse qa tu lado y miramos la avenida, sin conocernos, sin hablarnos, a medio metro el uno del otro y sentí de nuevo las luces saturadas, casi violetas, casi blancas y la música melódica y distorsionada y no pasó nada mas, pero fue suficiente.

1 comentario:

stel dijo...

las canciones de piel de gallina aparecen cuando menos te lo esperas, igual que los desconocidos con quien compartir ratos casuales.

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