domingo, febrero 25, 2007

Consulta

.- Doctor, creo que tengo un problema, y esta vez es realmente serio

.- Digame, Leprince. Siempre viene con lo mismo. Su problema, dejeme anticiparme , es su dramatismo. Tomeselo con ligereza.

.- Pero esta vez es verdad, esta vez he tocado fondo y el problema realmente no tiene solución, es terminal.

El doctor me mira, se que no soporta mi alarmismo, mi tono trágico. Le miro y trato de no serlo, pero esta vez, esta vez si, esta vez las cosas son serias y graves. El drama se ha desatado.

.- No me gusta trabajar, no quiero trabajar mas, es terrible. Me encantaria no ir mas, no volver.

.- Leprince- contesta paciente, pedagógico, calmado- esas cosas son normales. Nos pasan a todos. Hay veces que se esta mas motivado, otras veces que no, que los entornos laborales nos asfixian, que las responsabilidades nos desgastan y tenemos la sensación de no querer seguir realizando esas labores.

.-Esto va mas allá, doctor. ¿Como se lo puedo decir?. Me la pela el trabajo, por hablar de manera coloquial. No tengo ambición, no tengo ganas de avanzar ni crecer, y lo mas grave, es que el trabajo me parece un engaña bobos.

.- Leprince, creame, son etapas. Está desgastado, quizá ha pasado una etapa de nucho esfuerzo o por el contrario viene de una etapa de mucha tranquilidad y la amenaza de la presión de la responsabiliad le aterra. Hay veces que todos nos sntimos así. Ahora, yo mismo estoy así. Cansado de recetar, de oir, de ver el desfile enlqouecido de gente con mas o menos salud, gripes, catarros, diarreas, dolores... es siempre lo mismo y estoy cansado, cansado de lo mismo. Estudié esta carrera,la amé y ¿Que?, siempre fracasaré por que el destino, el destino único e invaraible del hombre es morir, morir por su cuerpo, por un fallo. Entonces es aceptar que al final mi profesión, en el fin siempre fracasa. Leprince creame, estoy cansado, estoy harto de la medicina, de la salud.... De.... ¡¡¡¡Leprince!!!, vayamonos. ¡¡¡Vamonos ya!!. Coja su abrigo, le inbito a unas copas.

En ese momento nos levantamos salimos a la sala de espera, los otros pacientes se alteraron al ver al doctor dejar la consulta vacia y gritando enloquecido. Aquell noche nos emborrachamos solemnemente y hablamos del cosmos y de la insignificante existencia. Meses despues le volví a ver en la consulta, me receto paracetamol para esa congestión terrible que me había producido la típica gripe otoñal.

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