lunes, noviembre 14, 2011

El momento preciso de la decisión

 Dos de la madrugada:

  Parece un tópico, y lo pienso según lo veo, pero por la ventana se cuela la luz del neón con el nombre del Hostal. Me asomo y sonrío porque la imagen completa el arquetipo de escena decadente. Por la calle pasan dos chicas hablando aceleradas, se van contando algo con cierta euforia, el resto de la calle, como debe ser, está vacía y mal iluminada. Vuelvo a la cama, retomo la lectura.  Visualizo con cierta precisión los paisajes descritos en el libro. Me gusta ese ambiente descrito y lo que anuncia, hay ciertos libros que tienen algo elevado, no se sabe que es, pero mientras se leen, se sabe que hay algo que ya no será igual. Oigo un coche pasando y pienso en el motivo que me ha traído hasta esa habitación de hostal, pienso en ese hostal y pienso en los motivos. Imagino a mi hija en ese instante, dormida, tapada con la manta, imagino la luz de mi casa. La casa, mi casa, el hostal, la luz, el libro, la colcha que me cubre, me parecen proyecciones. La ciudad en la que estoy me resulta algo fea, un error. Sin darme cuenta me he desconcentrado de la lectura, dejo el libro en la mesilla y decido apagar la luz, antes saco de mi mochila el iPod y me pongo música, un ambiente sonoro prolongado, profundo, intenso me conducen hasta el sueño. En ese momento aún no lo sé, lo sabré días más tarde, pero he tomado una decisión rotunda, sin vuelta atrás.

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