jueves, julio 19, 2007

Instantes

Colgó el último cuadro y pensó: "Ahora si, ahora ya he terminado". Guardó las herramientas, cogió una cerveza y se salió al balcón. Se quedó mirando la calle, el trasnsito de alguna gente que esporádicamente atravesaba esa calle: Una chica con un bolso de tela, un chico oyendo música en un Mp3, otro chico caminando sorprendentemente rápido, una señora que se detiene unos cuantos segundos y sigue andando. La calle se queda entonces un rato vacia. Mira hacía las ventanas de enfrente y vuelve a mirar abajo. Se termina la cerveza y entra. Se siente contento, puede decirse que ya está instalado. Coge otra cerveza, duda entre salir al balcón otra vez o sentarse en el sofá. Según se detiene en el salón a decidirse, ve la caja con las fotos del último viaje, la última caja que no querría vaciar ni colocar en ningún lugar. Se conoce y sabe que lo mejor sería deshacerse de ellas. Sin embargo se agacha y saca unas cuantas al azar y se las lleva al balcón. Las tiene en la mano pero no las mira, mira, eso si, de nuevo la calle donde ahora pasa una mujer que toa con intensidad con los tacones en el suelo. La calle se queda marcada por ese ruido de tacones al andar. La mujer lleva algo de prisa, es elegante o al menos eso parece desde el balcón, sin embargo la mujer justo antes de cruzar se tropieza con algo y realiza un movimiento brusco y torpe, se cae de culo. El siente ganas de reirse, por esa extraña fuerza que ejerce en nuestro humor el tropiezo de los otros, la mujer durante unos segundos trata de volver a su sitio, de levantarse y seguir. El mira que ella a su vez mira hacía las casas para descubrir que nadie vió el extraño tropiezo, curioso que en esas cosas nos preocupamos mas por no haber sido vistos que por cualquier pequeño dolor que haya producido la caida. La mujer le descubre mirando fijamente y sigue caminando. A el le dan ganas de gritar que no pasa nada, que eso le pasa a todo el mundo, pero sabe que sería absurdo. Sabe que la mujer va tratando de minimizar la sensación de absurdo y rídiculo que siente por haber sido vista así, tan elegante, tan bien puesta y sin embargo patinando en un instante que ella considera cruel. LA mujer se pierde en la esquina siguiente. El recuerda entonces que tiene las fotos en la mano y mira la primera. La deja caer, ve como la foto cae en un vuelo extraño a lo ancho de la calle. Llega al suelo y le sorprende que haya caido boca arriba, no se distingue la foto pero se ve que no es la parte blanca, la de atrás, esa parte de las fotos donde no sucede nada. Un chico viene caminando, él casi se esconde para no ser visto, el chico ve la foto se agacha y la coge, la mira y sigue caminando, se la lleva. Trata de entender pero esas cosas no se entienden. Lanza otra, se pasa la tarde lanzando la caja, llenando el suelo de la calle de las fotos del último viaje. Un rato despues ve la caja vacia y la última foto sobrevolando la calle, cayendo despacio hacía la acera o el asfalto. Un coche pasa y pisa algunas de ellas. Da un sorbo a lo que queda de cerveza y entra al salón. Se queda dormido. Esa noche sueña pero al despertar no recuerda que fue lo que soñó

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué pasaría en ese viaje que le hizo mudarse y querer tirar las fotos? Espero que no viajara a la Isla de Ré!

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