lunes, enero 22, 2007

Muerte en Venecia

Bajó del tren. sintió la humedad y una bofetada de calor que sin embargo agradeció. El invierno había sido largo y frio y ese viaje primaveral se abría con una imponente mañana de luz y sol, no había noticias de nubes en el cielo, en el periodico que había comprado en la estación de Milan había leido que el fin de semana sería calido y claro, dos adjetivos que para su gusto eran la conjunción del clima perfecto. Pisó el anden con cierta emoción, percibió el ajetreo de turistas, un cierto caos que no le perturbó y un olor a horno que le recordó que solo llevaba en el estomago un café tomado antes de salir. Salió y un golpe de luz lo deslumbró levemente. Miró a un par de chicas que caminaban delante de él con cierta urgencia, con esas maletas de ruedas que tanto ruido hacen al pasar por suelos empedrados pero sonrientes y parlanchinas. Se volvió a congratular por esa decisión del viaje. Sacó el plano para reconstruir el paseo hasta el hotel, casi lo había memorizado pero una nueva consulta terminaría de asegurar la ruta precisa. Cruzó por el puente, ya a esa hora había mucha gente en movimiento de un lado al otro, miro con cierta emoción el canal, un brillo del sol que reventaba en el agua, un grupo de turistas que pasaban cargados de camaras por debajo del puente sin perder detalle. Giró varias esquinas, comparó lo que iba viendo con lo que había imaginado toda su vida al oir el nombre de esa ciudad que ahora pisaba con sus pies, sintió por un momento las ganas de quitarse los zapatos y sentir el suelo pero le pareció exagerado y se lo prohibió. Se detuvó en un pequeño café que le agradó nada mas verlo. Pidió algo de comer y un café, desayuno en la terraza a ritmo suave, unos y otros pasaban, un murmullo constante, un ir y venir de gentes que casi le hipnotizaba. Pagó, giró varias calles, fotagrafió varias escenas, fotografió su sombra en un canal y sin darse cuenta llegó hasta la puerta del hotel. Se presentó, hizó los tramites previos, cogió su mochila y un muchacho casi adolescente le llevó hasta su habitación. Estaba en la planta baja, al fondo de un largo pasillo. Entró la estuvo observando con poca concentracación, solo atraido por la pequeña ventana que había en el baño que daba a un estrechisimo canal que le daba a la habitación un olor fuerte pero sin llegar a ser molesto. Sacó una foto desde el ventanuco, se cambió las zapatillas y comenzó su largo dia de turismo.

No se le escapó ningún detalle e incluso tuvo la fortuna y la insistencia de encontrar un buen sitio para comer y otro para cenar, alejado, si cabe, del circuito turistico terminó entrando en un par de restaurantes menos concurridos y de comida autentica y muy casera. Despues de cenar paseó y se dijo a si mismo que le gustaba mas incluso, de noche. Ese sería su resumen de su primera día allí: Venecia de noche era única. Entró en un par de bares, tomó una copa en cada uno, anotó un breve resumen del dia en un cuadernillo y se fue caminando sin prisa hasta el hotel. Vió un grupo de chicas que de buena gana hubiera seguido, pero nunca fue bueno en esas situaciones y no era Venecia el lugar donde se iba a forzar. Entró en el hotel ya casi apagado, cruzó el pasillo, entró en la habitación. Se acostó en la cama y por un cierto capricho abrió "Muerte en Venecia", leyó unas cuantas páginas pero el dia había sido largo y sintió sueño. Apagó la luz. Rato despues se despertó, había ruido, notó que venía del ventanuco. Se acercó sin encender la luz, se asomó con muchisima precaución. Fue entonces cuando vió a un par de hombres lanzando un cadaver al estrechisimo canal.

Ya no pudo dormir

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