martes, enero 30, 2007

El camello

Javier Marías fue por primera vez una tarde después de haber estado comiendo y charlando con Vila-Matas. Dice Marías que tomaban café y hablaban sobre los bloqueos, esas épocas de duracion variable que se sufre de una incapacidad de escribir. Vila-Matas le contó a Marias que el sufrió el mal algunos meses despues de la publicación de Barleby y compañía, como si de alguna manera con el tema del libro hubiese invocado en si mismo el bloqueo, la incapacidad y frente al teclado, como otro Bartleby mas, pasó mañanas y tardes enteras sin llegar a redactar una sola frase.

Fue en ese instante que Marias le dijo que tenía que escribir un articulo para una revista sobre la situación de la literatura española en la actualidad y que llevaba tres semanas parado, estático, bloqueado en el principio del segundo parrafo, que incluso había tratado de usar viejos trucos, golpes de efecto que otras veces le habían valido en la misma situación "pero esta vez no, Enrique, esta vez no avanzo. Es como un mal, una terrible epidemia. Nada sale. Mañana sin mas retraso tengo que enviar el articulo". Vila-Matas se quedó callado, miro a traves del cristal el paso de un par de personas que caminaban bajo la lluvia casi corriendo y se quedó observando la formación de un charco en una parte de la acera.

.- Javier, Lo que te voy a contar circula bajo el mas estricto silencio. Pocos saben lo que te voy a confesar, me hago responsable de tu entrada en este circulo privilegiado y reducido pero hoy lo oirás y solo en una siutuación parecida, ante un colega al que estimes y respetas podrás contarlo.

Marías miró a Vila-Matas con cierto temor. No estaba seguro de querer saber, aunque la curiosidad es un sentimiento cruel.

.- Hay una solución para esas gripes creativas, la hay- Siguió Vila-Matas- Hay un hombre, un hombre tan extraño como su existencia. Vive en la calle de Jesús y María, en Lavapies. Es un camello de textos. No es un "Negro", un tipo que trabaje para ti, no. Va mas allá. Este hombre vive encerrado en un piso horrendo, huele mal, la casa es la peor de las casas, el desorden no es ya desorden es una especie de universo antes de su formación. Nada tiene un lugar bajo ese techo. Desde el piso de abajo según llegas ya vas oyendo el sonido de la maquina de escribir. Entras, te presentas. Nos conoce a todos, sabe quien es quien en la literatura, le dices que es lo que te está pasando, de que es el articulo o el encagro que tienes y en el que no avanzas. El hombre entra por el pasillo y diez o quice minutos despues aparece con unos cuantos folios, te pide que lo leas y negocias el precio. No quiere mas, no trates de hablar con el, sabe de su peculiaridad y no quiere convertirse en un personaje de ninguna de nuestras novelas. Solo quiere dinero. Coges tus folios, cierras la puerta y por tu bien, por tu propia profesionalidad trata de no volver. Si vuelves todo tendra que ser igual. El acuerdo, la unica norma es el silencio mas absoluto y solo confesable cuando un colega que estimes se encuentre en la misma situación que tu.

Marías mira al frente, observa el mismo charco en la acera que antes miraba Vila-Matas. No entiende nada.

.- Tu has ido

.- Si. Si fui. No quiero volver.

.- No quiero ir Enrique. No quiero ir, pero el texto de mañana no me va salir.

.- Ve. SI vas una vez no volverás. Todo escritor necesita saltarse su propia ética una vez. Escribir sin ser el. Te aseguro que todo lo que leas en las hojas que el te de tu lo aprobaras. De alguna manera será el texto que querias escribir. Ese hombre es la literatura en si misma. Eres tu y eres yo. Tambien ha sido Quim Monzó, fue Quim quien me lo dijo a mi. A él no sé, pero sospecho quien. Creeme no es un negro, un tipo que utilice formulas para escribir. Ese hombre es la cumbre de la literatura. Una especie de Aleph. Hay que mantenerle no solo por salvar momentos de crisis sino por él, es necesario que exista. Las mejores páginas de la literatura estarán ahí, en el fondo de ese pasillo oscuro que nadie ha traspasado.

Aquella tarde Marías subió la vieja escalera. Alcanzó el tercer piso, tocó la puerta y notó el mal olor que había descrito Vila-MAtas. Todo fue rapido. La negociación le incomodó, estaba dispuesto a pagar mas de lo que el cobraría y así lo hizo. Vila-Matas le esperaba abajo. Marías bajo la escalera con el texto en la mano, al salir del portal vió a Vila-Matas charlar con alguien. Marias se escondió, reconoció al otro hombre. Agachado tras el contenedor de la basura, vió como Rodrigo Fresán Y Vila-Matas se despedían, Fresán pasó casi al lado de MArías que seguia agachado tras el contenedor, entro al portal y con paso firme subió ls escaleras. Marías se levantó y con una carrerita se acercó hasta a Vila-Matas

.- ME acabo de cruzar con Rodrigo Fresán.

.- Ya, ya le he visto

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