domingo, noviembre 22, 2009

Súplica

No, Padre. No quiero morir ahora. No es éste el momento. Faltan tantas cosas, tanto camino, tantas mañanas. No quiero perderme algunos amaneceres. No quiero dejar de ver esas tardes. Aún faltan cosas, Padre, por vivir. No ahora. No quiero perder las palabras, las sensaciones. No creo como usted en el después. No quiero irme ahora. No así. Se perderán los paseos con Julia, los anocheceres en la plaza hablando de Baseball, el sonido de la guitarra de el buen Mateo. Esas canciones que invitan al sosiego, a la calma. El placer de determinadas lecturas, la fascinación ante habilidades de los otros seres humanos. El deleite de observar obras, pinturas, arquitecturas, películas. No ahora Padre. No es miedo. No es miedo al fin. No temo eso, a ese cambio final y definitivo. No creo como usted en la continuidad, en una nueva habitación. Queda. Algo mas de tiempo, una cantidad inapreciable para lo eterno. Unos cuantos años más, Padre. Eso es lo que quiero. Una propina de tiempo, arrancarle una miserable cantidad de tiempo a la eternidad y seguir un poco más. Me gusta esto. El café de la mañana. El brillo del Sol en el mar. Cuando los días se alargan en la primavera. Pequeños detalles. No son grandes ambiciones. Es el placer único y exclusivo de estar aquí. Los adornos que decoran cada instante. Ver otro gol de Messi, la sorpresa de otra novela que me fascinará, el descubrimiento de una canción emocionante. El tacto de las manos de Julia, la risa por un chiste malo, la complicidad con determinados amigos. No ahora, Padre. Quiero vivir alguna tarde mas de tedio, las complicaciones y las preocupaciones diarias, no ya sólo lo bueno, quiero vivir algo mas de lo que no se reconoce como parte imprescindible de esto. El insomnio por una deuda, la fatiga por un largo día de trabajo, pero sobre todo por los pequeños detalles. La emoción de unos zapatos nuevos. La atracción por una chica que pasa por la otra acera en la calle, caminando con prisa hacia ninguna parte. No ahora, no quiero perderme esos grandes y prescindibles acontecimientos. El abrazo por algún reencuentro que aún debería tener, el placer de estornudar. Son todos esos detalles, Padre. Cada cosa que completa las 24 horas del día. Los sueños incomprensibles y que perduran el día siguiente. Los otros, los que se borran según te despiertas. No Padre. No ahora. No todavía. No ya.

No hay comentarios.:

Mi lista de blogs

Afuera