miércoles, noviembre 04, 2009

Banco

Últimos minutos de esta tarde. Tengo la sensación de agua pero estoy lejos del mar, a unos cuantos kilómetros del río, no va a llover por mas que el cielo lleve todo el día grisáceo. Estoy sentado otra vez en el mismo banco. Si a mi me preguntaran este banco es el centro del universo, pero sospecho que cada uno tiene su centro ¿Dónde instalamos nuestro centro espacial? Esto es relativo, el banco lleva siendo mi centro un tiempo, antes habían sido otros, quizá ni siquiera había tenido centros espaciales. Ahora es el banco por muchas cosas, porque veo pasar a la gente por el parque, los corredores, los que pasean a su perro, las parejas perdidas, los turistas irreales y el tiempo no parece hacia adentro, sino que parece de todos, o del parque, de esos árboles, de esos pájaros, del cesped pero no se mueve hacia adentro que es como se mueve el tiempo cuando no estoy en el parque, sino que sale, se desplaza entre las hojas, entre las pisadas de los atletas que pasan a mi lado. Estoy en el banco, sentado como todos estos días de los últimos meses. He visto pasar las últimas estaciones, la variación solar a la misma hora a lo largo de los meses. Estoy en el banco al que no pertenezco. A veces fantaseo con la posibilidad de imaginar quien mas se ha sentado cada día aquí, que conversaciones ha habido mientras yo aún no llegaba, sino que estaba fuera, fuera del parque y aquí una pareja de italianos se han hecho una foto y han hablado de las percepciones de pasear por esta ciudad a la que quizá no vuelvan juntos o quizá si, una pareja que sigue su destino o como quiera que se llame ese juego de casillas invisibles ¿Quién ha pasado por aquí hoy, ayer, todos estos meses? ¿Qué invisibles instantes se han vivido en el banco antes de volverme a sentar a esta hora como todas estas tardes? Ese juego también me gusta del banco, imaginar que soy uno mas en ese vaivén de visitantes fugaces que tiene el banco en su día a día. También me gusta sentarme aquí y ver el parque desde esta posición. Ver a los atletas pasar, a esa niña que juega y lanza la pelota mientras su padre recibe el pase y la devuelve y la pelota se desliza como un planeta por el césped verde y la niña mira al cielo y le dice al padre algo que no alcanzo a entender y el padre la coge de la mano y se van. Me gusta el banco por eso, porque como todo en la vida, como cada cosa, es un extracto, una visión, un instante y todo cambia y gira y sigue. Soy otro visitante momentáneo del banco. Cae del todo la noche y me voy

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