domingo, noviembre 15, 2009

La carretera

Existen miles, millones de metáforas sobre las decisiones. En general la que mas me gusta o la que, a mi modo de ver, representa mejor ese laberinto indescifrable, es el de una carretera con sus salidas y desvíos, pero sospecho que en la decisión hay algo mas que la imagen de un camino que se bifurca. El ser humano posee la impresionante y fascinante capacidad de imaginar y en general las decisiones son tomadas, por racionales que nos pongamos ante ellas, bajo la capa de la imaginación, la prefiguración y la fantasía. Decidimos porque fantaseamos con las posibilidades, con lo que seguirá por cada uno de las caminos que se abren ante nosotros. Podemos formular lo que viene, ajustarnos a algo relativamente real, pero jamás sabemos y no nos será contestado si ese fue el camino acertado, porque el camino acertado, cuando lo recorremos, también esta repleto de fantasía y prefiguración. Las decisiones son una especie de división de ti mismo, un yo se va por un lado, vive por otro camino y otro yo, que coincide conmigo, sigue por el que vas. Todo es, a cada decisión, una división de la misma persona. Sigues y en otro mundo desdoblado sigues, por donde tomaste la otra decisión. Cada decisión es riesgo, sea cual sea la opción, pero el valor que tiene la libertad de hacerlo merece la pena asumir los riesgos. El ejercicio de decidir es el acto que nos caracteriza, es lo mas humano a lo que nos enfrentamos y es, además, lo mas literario de nuestras vidas pues las decisiones se mueven con fuerza por la ficción de ese futuro que se abre en cada una de esas puertas. Hay que decidir, asumir lo que se deja y lo que se arriesga, esa es nuestra libertad y hay que asumir el riesgo, siempre, de decidir ser libres.

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