sábado, noviembre 21, 2009

Otro

El suelo de manos, el techo de ojos, las puertas abiertas. Todo se abre y se mueve. Las manos sostienen mis pies, mis ojos miran los ojos. Hay una luz que va variando su tonalidad constantemente. Avanzo por la habitación extraña. Las paredes están empapeladas y hacen formas caleidoscópicas. Hay unas voces susurrando una canción. Hay un espejo donde no hay reflejo sino que se ve algo que aun no ha sucedido en algún lugar del mundo donde nunca voy a estar. Hay una mujer desconocida al otro lado de la puerta. Las manos del suelo me trasladan épicamente hasta allí. Cuando me acercó dice algo que no comprendo y susurra la canción que susurran las voces. Me acerco más y bailamos. Soy torpe bailando porque es difícil bailar en un suelo de manos, porque es inexacto el baile y porque ella ahora tararea una canción que no es la misma que suena. Me separo y camino. Avanzo por un pasillo, al fondo está al mar y salgo corriendo. De repente es verano y brillan reflejos del sol en el agua. Salto y siento el agua. Buceo. Salgo a flote. Pasa un barco. Pasa una gaviota. Pasa el tiempo. Salgo del mar. Camino por una playa y me encuentro con un amigo de la infancia que me invita a una fiesta donde estará, dice, mucha gente del colegio. Me da una nota hay una dirección y un número. Mientras se va me dice que sobre todo no olvide ese número. Me quedo solo y miro al mar. Me quedo viendo el mar y pensando que si esto fuera un sueño ese momento debería servir para despertar, pero no despierto. Tampoco sueño. Es sólo ficción, pienso. Es un paisaje inventado. Es otro post. Otro texto.

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