miércoles, junio 03, 2009

Viaje a una cabeza ajena

Primera raya:

Quiero saltar de alegría. Esta música sabe a pastel de chocolate y almendras. A merienda.

Segunda raya:

Quiero mover las piernas a ritmo desigual. También me gustaría hacer círculos en dirección opuesta con cada una de las piernas. Tengo la tendencia a creer que la derecha debe ir en el sentido de las agujas del reloj. Tenemos demasiadas cosas incrustadas en el inconsciente. Por otro lado sería genial ver como ve ella detrás de esos cristales que tienden al marrón, al veige. Esos colores, por alguna razón, me parecen colores de cierta madurez. Es difícil que a un niño le gusten los marrones. El marrón es complejo, como la mente de un adulto. No así el verde. Es tan accesible el verde, tan cercano, tan real. Quisiera que esta canción durara unos minutos mas, y si por mi fuera, jamás hubiera metido ese violín. El violín dice demasiadas cosas e ilumina mucho. Prefiero las luces suaves. La luz es tan importante. Mañana revisaré como tengo colocadas las luces de casa. Es necesario construir un ambiente y una iluminación precisas


Tercera raya:

Los días no deberían llevar siempre el mismo orden. ¿Por qué no cambiamos cada semana el orden?. Que una semana empiece en miércoles, el fin de semana este en la mitad y el lunes venga antes del viernes. Me cansan los lunes y los domingos porque son la intro del lunes, los sábados me gustan, pero son el previo al domingo. Ella no se quita las gafas, que exceso. Me parece que en el fondo le gustaría no tanto que la mirasemos sino que todo se convirtiera del color ese marrón, tan adulto. Seguro mira detrás sabiendo que estamos aquí, en su lado marrón de la vida. Se sabe distante, pero ella también está cerca. Hay algo que me molesta en esa actitud. Sus prejuicios son gruesos, ese pantalón no se lo pondrá dentro de tres meses, llevará otro y habrá olvidado que llevaba este. Los cristales de las gafas de sol serán otra tonalidad de marrón. Es como este grupo que suena, cansa, cansa. Esta bien, pero hay que ir a otra cosa. Se extienden demasiado en lo mismo. Son como el trabajo. Bucles insaciables.

Cuarta raya:

Me voy a ir. Esta gente no aporta nada. En el fondo son lo mismo de siempre. Estoy cansado de este estilo. Necesito cambio. Cambio. Me largo. Me voy a ir. Estos se quedan en lo mismo. Estos no avanzan. Voy a coger el coche. Nunca hago eso. De repente irme de viaje, un sábado a mediodía, sin destino. Hoy lo hago. No puedo quedarme eternamente aquí, esperando a que la vida venga. Estos se estancan. Sin evolución. No hay que forzar los cambios, tienen que venir contenidos pero constantes. No deben ser bruscos. Lo giro ahora, justo ahora. Hoy lo cambio. Me voy a ir. Este grupo se repite. Todos se repiten o sino fuerzan su originalidad. Hay que ser naturales. Hay que dejar fluir las cosas pero también darles un tempo preciso. Ahí sigue ella mirando tras los cristales. Bucles insaciables.

Quinta raya:

En un rato me voy. Han cambiado de disco. ¿Que es esto que suena ahora?. Joder, que velocidad lleva eso. ¿Se acelera mas de la cuenta o soy yo?. ¿Por qué va tan rápido?. En un rato me voy. Estos se estancan y no avanzan. Yo creo que han aumentado la velocidad del disco. Seguro. En el fondo nos quieren despistar. Juegan a eso. A moverlo todo, a despistarnos, a cambiarnos las velocidades. En un rato me voy.

Sexta raya:

Tengo que cambiar. Me voy a ir. Estoy cansado de los lunes, de esta música. Esta gente, toda la gente agrede. Nos agredimos. Lo sensato sería vivir solo. Sin nadie alrededor, pero para eso no debería estar ni yo mismo. Me voy a ir. Voy a coger el coche y me largo.

Septima raya:

Estoy cansado de esto, pero en el fondo también de mi. Parezco un pastel de chocolate y almendras. Debería saltar. Me voy a ir


Para N, que tanto le funciona la cabeza en modo Loop.

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