lunes, junio 22, 2009

La posibilidad de un final

Desperté a la misma hora de siempre, que es una hora no exacta entre las 7:30 y las 7:40. Una variación de minutos que después de tantos años todavía resulta desconcertante. No noté nada extraño. Nada. Acudí ceremonioso a mis ritos mañaneros. Tomé café frente a la ventana desde la que noto la luz del dia que empieza, la climatología con la que arranca la jornada. Anoto los sueños que recuerdo, imagenes sueltas, descripciones de determinadas sensaciones, el recuerdo de ese otro lado de la vida. encendí la radio, no había señal. Apagué el aparato y pensé en como se deshacía uno de las radios que dejan de funcionar. recreé fantasiosamente la imagen de mi radio cayendo la vacio en algún lugar desconocido, enfrentandose a kilos de basura y desperdicios humanos. Es extraño, pero sentí nostalgia. Escribí una frase que me gustaba para emepzar un cuento. Encendí el ordenador, abrí el documento "El vacío" y continúe con el largo proceso de corrección en el que estaba (estoy) sumido. Me detuve en una palabra en medio de una frase. Esa palabra hacía pomposa la descripción, manchaba, ahondaba en algo que era innecsario, sin embargo no encontraba mejor solución. Estuve mucho rato, leí la frase varias veces en alto, era evidente que el adjetivo sobraba, pero sin adjetivo había una ausencía y determinados sinónimos me sonaban a trampa. Dejé aparcada la frase y me decidí por el asunto mas espinoso de todo esto. Anotar el párrafo final donde la idea, el argumento, se cerraba definitivamente. Levanté la vista y noté el primer síntoma de una serie casi infita de síntomas extraños que se sucedieron. No había un solo sonido. Tarté de centrarme en el final. Tecleé algo, pero lo borré. Volvió a llamarme la atención el silencio. Me levanté y dije una frase en alto. Volví rápido al ordenador y la anoté. Era la primera frase del final, eso sentí rotundamente nada ams escribirla. ME puse de nuevo de pie y abrí la puerta de casa. Silencio. Miré a los lados, no había nadie. Salí al descansillo, la ventana frente al ascensor desde la que se ve la calle me dio una imagen insolita. La ciudad estaba extrañamente detenida. Miré por la ventana. Todos los coches estaban detenidos, no había transeuntes. Bajé por la escalera. No me crucé con nadie. Caminé y descubrí. No se como explicarlo, pero todos habían muerto. COmo si alguien hubiera dado al boto y hubiera detenido a cada ser humano en ese instante a todos y cada uno de ellos menos a mi. Caminé, corrí, caminé. Sentí miedo, sentí pánico, snetí desasosiego y terminé no sintiendo nada. Recorrí cada una de las calles. Todo vacío o detenido. Un infinito cementerio. Llegué al centro. Cuerpos y cuerpos como un mar incomprensible. Una imagen que la cabeza, mi cabeza, no terminaba de entender. Me tropecé con una mano. Me levanté. Sólo mucho rato depués algo me llamó al atención. Me acerqué hasta un cuerpo apoyado en un banco. Álguien que, en el instante de ese final al que yo no había acudido, leía. Me acerqué, todavía tenía el libro en la mano. QUise descubrir que libro era el elegido por ese último lector, para ese instante brutal. Me acerqué y vi primero el título " El vacío" , debajo el nombre del autor. Mi nombre. EL dedo marcaba la última página. Cogí el libro, leí el último párrafo. Reconocí la frase que antes de suceder todo aquello, había anotado en mi ordenador, justo en el momento de salir de casa. Levanté la vista y marqué punto y final.

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