viernes, diciembre 12, 2008

Moscas

En el acompasado silencio que me rodeaba entró en un suave y prolongado crescendo el leve vuelo de una mosca. Nada parecía esconder ese sonido que por constante recuerda o va recordando a una especie de tortura, pero como todo vuelo de mosca iba acompañado, evidentemente, de una intensa sensación de calor. Eran las tres de la tarde de un dia del verano mas caluroso que recuerdo en mi vida. En la casa dormía la señora y su nieto, su hija o madre del chico, había salido a media mañana, sin explicar donde y aún no había vuelto, yo leía, sin poder leer realmente, mas concentrado en el calor y en el silencio roto por la mosca. Miré al frente, por el camino ví una figura que venía hacia la casa, una figura que imaginé torturada por el sol y la que traté de ponerle cara, pero que por mas que se acercaba no lograba averiguar o adivinar de quien se trataba. Pasaron varios minutos desde que en mi vista se dibujó ese borrón que era una figura irreconocible hasta que esa figura se presentó justo en la puerta de la casa, donde yo estaba sentado bajo el árbol leyendo. Saludó el desconocido, y me puse en guardia por que la casa estaba rodeada de campo y monte, no había ningún poblado a menos de cuatro kilómetros a la redonda y un desconocido deambulando por ahí resultaba siempre una sospecha. Contesté con cierta distancia el saludo, mostrando mi sorpresa y mis dudas de ver a un individuo por ahí a esa hora. El tipo estaba empapado en sudor e incluso creí ver cierta fatiga en su cara. Preguntó por la hija de la dueña y contesté con la verdad, que había salido y aún no había vuelto, pregunté quien era el y contestó que un viejo amigo de la familia. Dije que ahora la señora y el niño dormian y que no estaba autorizado a dejar pasar gente en tales circunstancias. La cas era un lugar donde la señora quería distancairse de cualquier compromiso, un lugar alejado de las normas y de los recimbimientos. Si yo trabajaba allí era por mi discreción y por mi capacidad de hacerme casi invisible. El tipo me miró y dijo que esperaría en la puerta, que tenía algo realmente importante que decir. Yo bajé la mirada y traté de leer. El tipo se lió un cigarro y se sentó bajo una sombra, sacó agua de una mochila y cerró los ojos. Me preguntó la hora, contesté seco. Me preguntó mi nombre, contesté mas seco aún. No iba a darle conversación. Se quedó de nuevo todo en silencio y se escuchó el vuelo de la mosca. El tipo me apuntó de repente con una pistola e hizo el intento de pasar, me quedé quieto, asustado cuando un movimiento que no percibí del todo le hizo caer al suelo, la hija de la dueña, le acababa de clavar un puñal por la espalda. COmo otras veces, recogimos el cadaver y nos deshicimos con mucho cuidado de el.

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